La pluma y el golpe a la propiedad privada

La candidez de Andrés Manuel López Obrador quedo de manifiesta en la reunión bilateral con el Presidente de Estados Unidos Donald Trump en la Casa Blanca durante la firma del Tratado de Libre Comercio.

 Por principio de cuentas seguramente pensó que podría platicar de igual a igual con el titular del Poder Ejecutivo de una de las naciones más poderosas del mundo, y también que en ese ambiente podría realizar las reclamaciones que antes del viaje hizo públicas en torno al trato diferenciado que el país vecino le prodiga a México en demérito de su lugar en el concierto de las naciones.

Lo patético fue el episodio en la misma firma del Tratado de Libre Comercio cuando ambos mandatarios procedieron a ratificar el documento con su rúbrica. Desde luego que las plumas con que se firmó el protocolo eran especiales, porque representaron un acto protocolario en el que ambos mandatarios suscribieron un importantísimo documento que regirá las relaciones comerciales entre ambas naciones. Andrés Manuel López Obrador consideró que guardar la pluma con la que firmó, propiedad del gobierno estadounidense, era parte del protocolo y la colocó en el bolsillo interior de su saco.

Cuando Trump lo observó, firmó el documento y después le entregó la otra pluma al mandatario mexicano para que se las guardara de recuerdo. Previamente a la llegada del mexicano, simplemente lo saludo y dio la media vuelta para introducirse a la Casa Blanca, contrastando con las imágenes que después se expondrían cuando recibió a Justin Trudeau, donde lo saluda y lo abraza, y después entran ambos al interior de la sede presidencial como pares que son. Un desaire que mostraría la pequeñez del mexicano.

Pero dejando de lado él ridículo de nuestro Ejecutivo, en otro episodio más de la intentona de transitar hacia un régimen comunista, el Movimiento de Regeneración Nacional ha propuesto una nueva Ley de Inquilinos que seguramente traerá aparejada la disminución de la inversión inmobiliaria, ya que busca colocar candados a los dueños de inmuebles flexibilizando la posición de la propiedad a los inquilinos planteando que pueden cambiar el contrato de arrendamiento, e incluso dejar de pagar la renta bajo el argumento de que todo ciudadano tiene el derecho a una vida digna.

Así de simple es el contenido de dicha Reforma: “en caso de emergencia, desastres naturales, declaratorias de emergencia ambiental o natural, así como cualquier otra de fuerza mayor que paralice las actividades económicas e impida al arrendatario el cumplimiento del contrato, podrá solicitar al arrendador la renegociación transitoria o definitiva de las condiciones del contrato de arrendamiento”. Y para colmo de males también se establece que “"en el caso de arrendamientos de vivienda, la ausencia de contrato escrito impedirá que pueda hacerse un desalojo, aún por el incumplimiento del pago de renta, hasta que no sea subsanada esta formalidad”, además de que “el arrendamiento no podrá ser menor a tres años”.

Toda una joya comunista la propuesta y un atentado al patrimonio de las personas que con su trabajo han logrado hacerse de inversiones en el ramo inmobiliario. Sin lugar a dudas las huestes morenistas están desatadas y esta artimaña no es más que un ardid para detener la pérdida de la confianza entre los mexicanos que azorados observan ahora la destrucción del sistema de propiedad privada. Con tanto desafino y los propios excesos del quien por ahora detenta el Poder Ejecutivo, están haciendo todo lo posible para que del otro lado se conforme un frente amplio que les quite la mayoría en la Cámara de Diputados y cambien el rumbo del país alejándolo del desastre morenista. Así de simple. Al tiempo.

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