Sin lugar a dudas el señor Andrés Manuel López Obrador es un hombre ocurrente, y como alguna vez lo epitetara Diego Fernández de Cevallos, un “Falsario”, que no es otra cosa que aquel que acostumbra a decir o hacer falsedades. Y efectivamente el Presidente de la Republica encaja perfectamente en la definición,
porque hasta ahora su vida, y por desgracia el ejercicio público que lleva como Presidente de la Republica, ha estado llena de verdades a medias y mentiras completas, y eso quiera o no quedará en los registros de la historia.
Desconozco si eso que seguramente ocurrirá cuando esté alejado del poder y se le epitete y en ocasiones se le ofenda, le preocupe, porque hasta ahora las mentiras siguen saliendo todos los días de su boca tanto en las conferencias mañaneras como en cada una de sus disertaciones públicas. Bien dicen que una mentira repetida mil veces se convierte en una irrefutable verdad, y a eso se arriesga con el juicio de la historia que seguramente le resultará adverso y que muchas generaciones podrían maldecirlo como él mismo lo ha hecho con sus antecesores.
Pese a su empeño por enjuiciar a los ex presidentes de la Republica, con la finalidad de manipular la historia reciente del país, y presuntamente dejar un legado de honestidad y transparencia cuando la realidad indica que esta ha sido una de las administraciones que mayores datos ocultan porque con la complicidad de la mayoría en el Congreso de la Unión cualquier documento que remita será autorizado. Habrá que señalar que de cualquier forma los mexicanos conoceremos ampliamente los datos de cómo utilizo nuestro dinero y los excesos que se han cometido y que seguirán cometiéndose.
Andrés Manuel López Obrador guarda muchos resentimientos porque siempre creyó que los mexicanos lo veneraríamos por llegar a ocupar la Primera Magistratura, y hasta ahora los resultados indican que su índice de aceptación no tiene los números que busca pregonar y que quiere que asumamos como verdaderos. Hasta ahora su discurso le ha dado resultados, pero solamente con aquellos que lo siguen y que por desgracia hicieron mayoría en la elección presidencial pasada.
La realidad futura no le resultará cómo piensa, porque hasta ahora el desencanto se observa en crecimiento, y eso habla de que por mucho que ha intentado ocultar las cifras económicas hacer para evitarlo, la realidad lo está alcanzando. Morena y sus satélites ya no es la mayoría avasalladora, y hasta ahora hay muchos mexicanos resentidos que han estado guardando el encono para utilizarlo en la primera oportunidad. Y no es solamente Andrés Manuel López Obrador, sino la mayor parte de quienes piensan que ahora son los dueños del país y pueden hacer lo que les venga en gana.
Para nuestra basta un botón, los gritos del pestilente apodo que le han diseñado sus opositores sigue manteniéndose a la alza, y aunque no le guste tendrá que aguantarse porque es ese pueblo al que ha ofendido el que mayores facturas le cobrará en el corto plazo. Si bien es cierto que el engaño que montó le dio resultados, hasta ahora su administración es un verdadero desastre, y cuando la gente no ve resultados en sus bolsillos el desencanto está a la vuelta de la esquina. Y no le alcanzará el dinero público para cubrir con sus dádivas a los pobres de todo el país. Y si a ello le agregamos que cada día los mexicanos nos damos cuenta de que la corrupción sigue adelante y más cínica que la de los antecesores, el resultado será por consecuencia el desastre. Al tiempo.
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