Al señor Presidente de la República, Andres Manuel López Obrador pareciera que le importa más el pasado que el futuro de los mexicanos. Y no es que pretenda denostar el proyecto de gobierno que encabeza, porque hasta ahora lo único que hemos entendido los mexicanos es que no existe ningún
proyecto y todo se mueve a través de las ocurrencias de momento que pasan por su nívea cabeza. Hasta ahora no hay un rumbo definido hacia donde pretende que caminemos los mexicanos, porque su principal propósito es la implantación de un régimen populista como los que han destrozado a otros países que antaño se significa con por su progreso.
Su empecinamiento por mirar hacia el pasado es latente en cada una de sus disertaciones públicas, y más en esas conferencias mañaneras que ha utilizado para mantener una reñida batalla con los sucesos ocurridos en sexenios anteriores, sin entender que lo importante es el futuro de los mexicanos, y ese solamente se construye en el presente si hay voluntad de hacerlo, pero al inquilino de Palacio le place más la denostación de aquellos que de una u otra manera incidieron en el rumbo de la Nación, y de los que podemos decir que cometieron errores y muchos excesos, pero le otorgaban a la nación la estabilidad suficiente para intentar continuar por la senda de la estabilidad y El Progreso.
Hoy el rumbo es incierto, y lo peor es que entraron en situación de pobreza casi cuatro millones de mexicanos, de acuerdo a las cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, lo que desde luego enfureció al Presidente y que sin pudores le dio por controvertir los resultados. Claro esta que las mediciones no le gustaron porque aún cuando se han incrementado los apoyos a los grupos vulnerables, no se ha preocupado por reunirse con el Sector Empresarial para diseñar un proyecto de reorganización y revitalización de los procesos productivos del país.
Andres a Manuel López Obrador prefiere caminar por la comodidad de la arenga, del discurso fácil contra el pasado, del señalamiento de lo que se hizo mal, de lo que no sirve según sus análisis porque carecen de fundamento y se convierten en verdades solamente cuando él las dice, sin diseñar una estrategia de recomposición política, social y empresarial, porque la mayor parte de su tiempo la ocupa en la controversia contra los sectores productivos, la arenga fácil contra aquellos que identifica como sus adversarios y a quienes epiteta como enemigos a su régimen, la descalificación contra quien no se suma a su proyecto, y la ideologización de sus bases morenistas que al final serán los únicos que podrían mantenerlo en el poder según sus cálculos.
Pero también tiene una importante preocupación, y no es otra cosa que el ejercicio de “revocación de mandato” que utilizaron los tiranos populistas del Continente para perpetuarse en el poder. De ahí su prioridad de alcanzar el cuarenta por ciento de llevarse a cabo el ejercicio, porque tendrá elementos para perseguir a los presuntos adversarios, lo que indica que radicalizaría su discurso y más aún su gobierno. Para decirlo más claro, de obtener la mayoría, el destino de este país estaría sellado en la tiranía, aunque habrá que ver qué cara pone el Presidente de los Estados Unidos que hasta ahora se ha mantenido dentro de la cordialidad. De perder el ejercicio revocatorio, podemos tener la seguridad de que no renunciará, por el contrario, se radicalizaría mucho más, porque solamente visualiza al país con él al frente y nadie más.
Muchos han señalado que en uno de sus desplantes buscaría que fuera su esposa quien lo supliera, y la siguiente estrategia sería cambiar la Constitución para permitir la reelección. Pensar que se va a ir es una ingenuidad, y la única defensa que tendremos los mexicanos en lo sucesivo es exigirle el cumplimiento del juramento que vertió cuando recibió la banda Presidencial. ““Protesto Guardar y Hacer Guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando el todo por el bien y prosperidad de la Unión, y si así no lo hiciere que la nación me lo demande”. Esa es la única defensa que tenemos los mexicanos ante la intentona populista, porque la abjuración es motivo de separación del poder. De ahí la importancia de evitar que haya un cambio en la letra de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.