Las campañas políticas son muy caras, y se gasta mucho dinero en ellas. El ocultamiento de los fondos ha sido
una forma de vida entre quienes participan en el espectro de ellas, y por desgracia es muy fácil manejar fondos ilegales porque no dejan huella. Es más, en cualquier campaña política se sabe de la disposición de enormes cantidades de dinero para la cooptación de grupos sociales, y Andres Manuel López Obrador ha sido el mayor experto de esta circunstancia, porque nunca trabajo y dispuso de miles de millones de pesos para organizar sus mítines a los largo y ancho del país.
Por mucho que diga que la gente lo quería y lo sigue queriendo, en cualquier campaña si no existe una buena estrategia de acarreo, el fracaso está a la vuelta de la esquina. La siembra del odio siempre ha sido el sello característico de la estrategia de comunicación del quien ahora detenta la Presidencia de la República, y pese a los fracasos, tiene una base que le cree a pie juntillas todo lo que les dice, y obra en consecuencia. Pero también hay que valorar que esa base social ha mermado, y mucho, porque ya no cuenta con las clases medias, y un amplía franja de los desposeídos que ya se hartaron de recibir arengas.
Mucho se ha especulado acerca de la participación del narcotráfico en las campañas políticas, y podemos tener toda la seguridad de que Andres Manuel López Obrador recibió fondos del Cartel de Sinaloa, y no se necesitan pruebas, simplemente hay que recordar que liberó a Ovidio Guzmán, y tiene una especial predilección para acudir a la zona denominada ““Las Quebradas” donde se siente muy a gusto, y protegido por el pueblo bueno que tanto lo quiere. Nunca antes tuvimos a un presidente de la República tan cercano al narcotráfico y lejano de los mexicanos.
Y desde luego que Andres Manuel López Obrador llevará la ventaja de sus corcholatas porque desde ahora ha iniciado las campañas violentando las disposiciones normativas y retando a la autoridad electoral a que emita una sanción a su movimiento. Y los hace con plena conciencia de que esta violentando la ley, pero él es el presidente y las cosas se tienen que hacer como él mande. Esa es su forma de pensar, esa es su mendicidad, esa es la basura de ser humano que tenemos en la Presidencia de la República.
Hemos sido pacientes, porque así lo aconsejan los tiempos. Pero como he dicho muchas veces, no hay plazo que no se cumpla, ni pueblo que los aguante. Y la mayor parte de los mexicanos están bastante enojados por la destrucción de lo que hemos construido para mantener una nación democrática, libre y soberana, en la que se privilegie el diálogo y la concertación, y nunca la imposición como lo pretende establecer el presidente. Pero ese natural empecinamiento del que hace gala, podría ser parte importante de su cada vez más maltrecha simpatía entre los mexicanos. El despertar de un pueblo tiene connotaciones difíciles, ojalá lo entendiera.
Pero también habrá que señalar que los mexicanos no somos tontos, y el hastío de la sociedad civil se mostró en esa multitudinaria marcha que copó el Paseo de la Reforma, y dio muestra de cohesión y decisión para oponerse a los designios de un remedo de dictador que no se cansa de observar como enemigos a quienes no comulgamos con su proyecto y su partido. López Obrador no se ha dado cuenta que el gigante dormido está ahí, y puede despertar en cualquier momento para decirle su precio y lo que vale. Así de simple. Al tiempo.
Vladimir Galeana Solórzano
Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.