Muchas cosas se han dicho y escrito acerca del manejo de los recursos asignados a la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, y para desgracia del dinero que aportan los capitalinos para sostener el aparato burocrático y los programas del Gobierno del Distrito Federal, la mayor parte son verdades rotundas. No hay manera de negar lo evidente. Es uno de los mayores fraudes que las huestes del perredismo han cometido a los ciudadanos. Lo que presuntamente nació como un proyecto de formación de cuadros de la izquierda rampante que abanderó Andrés Manuel López Obrador, se convirtió al paso del tiempo en el más cínico asalto a las arcas públicas de la Capital de la República.
Hasta ahora el balance entre lo invertido y los resultados arroja en once años de ejercicio académico la irrisoria cifra de 135 egresados que adquirieron un título profesional. Para decirlo de otra forma, la Universidad Autónoma de la Ciudad de México ha sido un brutal fracaso académico a la vez que un exitoso programa para mantener a los activistas del Partido de la Revolución Democrática. Maestros, trabajadores y alumnos han resultado una clase elitista que goza de enormes prebendas para sostener una matrícula que ronda los trece mil alumnos, cuya función principal no es prepararse para alcanzar una profesión, sino realizar labores políticas en las distintas Delegaciones a través de los grupos estructurados para medrar de los programas sociales y mantener el clientelismo electorero.
De lo que se trata es de seguir detentando el poder aunque para ello se tenga que acudir a prácticas deleznables disfrazando de alumnos a las células operativas, aunque la mayor parte de ellos no son más que fósiles sin posibilidad alguna de avanzar hacia la profesionalización académica. El reciente conflicto a través del cual Enrique Dusell se apropió de la Rectoría de la institución educativa retrata de forma grotesca la finalidad inmediata de mantener el control de las huestes que garantizan el activismo partidista. La estructurada red de impunidad que tiene el perredismo se complementa con las invasiones que realiza la Asamblea de Barrios para quedarse con bienes privados ante la pasividad de la Procuraduría para atender los reclamos de sus legítimos propietarios. Un verdadero fraude a la legalidad y un asalto a las arcas públicas.
La Presidenta de la Comisión de Educación de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, Yuriri Ayala, lleva ocho años matriculada en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y solamente ha cursado dos semestres. La responsabilidad de la generación de leyes sobre la educación recae en una ignorante y fracasada estudiante que pinta esa lastimosa realidad del perredismo capitalino. Hasta ahora por cada graduado le cuesta a los citadinos seis millones seiscientos mil pesos, cuando en otras instituciones educativas no alcanza ni siquiera los doscientos mil pesos. Esto no es más que in cínico asalto a las arcas públicas. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.