Sin lugar a dudas el Pacto Por México fue el instrumento político más efectivo de los últimos treinta años a causa de nuestra nula capacidad para generar mayorías estables en el Congreso de la Unión, y avanzar así, en el confeccionamiento y votación de las reformas necesarias para seguir avanzando como país, y erradicar de una vez por todas ese flagelo que nos acompaña desde que fuimos conquistados por la Corona Española: la pobreza.
El problema es que después de alcanzar nuestra independencia hemos sido incapaces para entendernos y mantener un proyecto común de país, aunque también debo señalar que la democracia exige eso, que existan voces distintas intentando ponerse de acuerdo para transitar en una ruta en la que quepamos los más de 115 millones de habitantes que tiene el país.
Para decirlo de otra forma, se lograron acuerdos que impulsaron la reorganización de muchos de los procesos económicos y de bienestar social, aunque los partidos minoritarios que fueron excluidos de la negociación de las tres principales fuerzas políticas, siempre adujeron que fue una forma de secuestrar el debate parlamentario, y aunque pudieran tener razón, resultó el instrumento más efectivo ante la cerrazón de las facciones partidistas que integran las fracciones parlamentarias, por alcanzar acuerdos, como es el caso de los perredistas afectos a la corriente Bejarano-Padierna, que por instrucciones de quienes los han hecho diputados siempre votarán en contra de todo lo que signifique avance de las oposiciones.
Quizá su concepción de lo que tiene que ser el ejercicio político les indica que la destrucción del adversario es la principal finalidad, aunque con ello se lleven a esos millones de mexicanos entre las patas como se dice en el argot popular. Quizá sea porque la concepción de las izquierdas del país es que la pobreza es su mayor y optimo mercado político electoral, y lo mejor que pueden hacer es conservarla. Podrán decir misa, pero los hechos así lo indican, la precarización de la sociedad es su mejor arma para mantenerlas dentro de las esferas del control político como ha venido ocurriendo en los gobiernos estatales que lideran, mediante los programas de dádivas antes que brindarles florecimiento económico.
Pero por esta ocasión, y ante el interés de alcanzar cuanto antes la discusión de las reformas energética y hacendaria, el Partido Revolucionario Institucional aceptó en voz de su dirigente nacional, César Camacho Quiroz, que se agilizarán las discusiones de la reforma político electoral. También el Presidente Enrique Peña Nieto fue enfático al asegurar que “lo más fácil hubiera sido no hacer nada, haberle puesto pausa al país y dejar que la corriente siguiera su inercia, por ello este gobierno de manera decidida y con convicción y firmeza se ha propuesto impulsar las reformas”. Por ello la cesión en el tema de discutir antes la reforma político electoral con la que tanto han chantajeado panistas y perredistas, porque lo que necesita el país son reformas financieras, hacendarias, fiscales y energéticas. Ahí es donde está el problema que se tiene que resolver, y Peña Nieto lo sabe, por eso cede. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.