Siempre se ha establecido que en un sistema que se precie de ser democrático quienes toman las decisiones son las mayorías, o al menos eso es lo que debiera ocurrir. Pero nuestra lamentable realidad indica que eso ha pasado a formar parte de los recuerdos aspiracionales de quienes pensábamos que en verdad las decisiones las tomábamos a
través del voto, o de nuestros representantes en los cuerpos colegiados donde se hacen las leyes y los decretos. El mundo ha cambiado y este país también, y lo que antaño temíamos y lo expresábamos en algunas cintas cinematográficas ha llegado a formar parte de nuestra cotidianidad y quizá sin darnos cuenta lo hemos aceptado sin chistar siquiera.
En la pasada Semana Mayor decidí descansar unos días en Taxco, y el traslado resulto en más de cinco horas por el intenso tráfico de quienes pensaron lo mismo que este escribidor. Ni que decir de transitar hacia la zona de Cuautla o Oaxtepec. Hace tiempo se iniciaron los trabajos de ampliación de la carretera, pero ahora resulta que una docena de integrantes de no se qué diablos organización que se asume como depositaría de no se qué derechos, ha impedido que el Gobierno Federal termine la ampliación carretera que va de la autopista a Cuernavaca y hasta Tepoztlán. Son doce intolerantes que mantienen una obra carretera de interés general detenida desde hace algunos meses.
Otro ejemplo es el de la televisión por cable o eso que llaman el triple play. Resulta que contrate el servicio de internet, televisión y telefonía a una empresa propiedad de Ricardo Salinas Pliego. Somos doce personas en el edificio en que hábito que nos hemos quedado sin el servicio a causa de que la propietaria de la casa por donde tendieron el cableado decidió cortarlo porque nunca le solicitaron permiso. No tenemos servicio pero el cobro llega con puntualidad a la tarjeta de crédito para ello designada. Hasta ahora no hemos podido arreglar nada porque de la empresa de cable nos dijeron que podíamos pasar a cancelar el contrato, y por el otro lado tenemos que pagar una indemnización cercana a los diez mil pesos por renunciar al servicio. Salinas que cobra lo que quiere y por eso es un hombre rico, pero debo señalar con responsabilidad que Ricardo Salinas es un ladrón y un pillo de siete suelas con permiso y complicidad del gobierno mexicano que lo deja que haga y deshaga a su antojo.
La sorpresa que me lleve es que presenté hace tiempo una queja en su contra en la Procuraduría Federal del Consumidor. Me llamaron para la audiencia a una hora determinada. Llegue con puntualidad al lugar y una vez pasados veinte minutos le dije a la encargada de llamar a turno que la audiencia tenía veinte minutos de retraso y que la parte denunciada no estaba, por lo que el juicio debiera fallarse a mi favor. La sorpresa fue que desde antes de la hora fijada el representante del Grupo Salinas ya estaba con el encargado de la mediación, y no tan sólo tenía yo cargos, sino que la negociación ya estaba planeada en los términos en que el consumidor es el que pierde. No se para qué diablos sirve la PROFECO con tantos pillos de funcionarios que tiene complicidades con los emporios y poco de defensa de los consumidores. Ahora más minorías rapaces son las que mandan. Creo que en eso tiene razón el señor López Obrador. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.