El alza a partir de hoy lunes de los precios de las gasolinas y el diésel, establecidos conforme una banda de precios que se desliza en más, menos tres por ciento, indica al menos un par de situaciones: el fin del subsidio gubernamental a los combustibles y la pérdida de la soberanía energética auspiciada en buena parte por los
gobiernos neoliberales de los últimos años en el país y especialmente el que encabeza Enrique Peña a través de la reforma en el sector.
Una cosa más, revela que el gobierno de este país tiende a mentir a sus gobernados, lo que en sí es un pésimo método de relacionamiento entre las partes del país, que siempre será costoso y perjudicial para la gobernanza, ésto último algo que casi seguramente ha dejado de importar a quienes viven de administrar y mal claro la cosa pública.
Pero si hay que añadir algo a este escenario, adverso, negativo, hay que decir que las cosas ocurren en México con la apatía y el conformismo prácticamente generalizado de los mexicanos.
Sigo así sin tener una conclusión, aún si se quiere tentativa –valga la figura- sobre los motivos o razones que explican por un lado las mentiras del gobierno, por el otro, la desidia, resignación, apatía u lo que sea, de la ciudadanía mexicana, que carece del resorte de la reacción, así sea en defensa propia.
En Venezuela, la sufrida Venezuela de estos días, se desató en 1989 la protesta ciudadana generalizada que más tarde sería bautizada como “el caracazo”, justamente por una decisión del entonces recién instalado segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez. Esa protesta popular, callejera, siguió precisamente a un aumento de precios en las gasolinas del país sudamericano.
Conste, cito el episodio venezolano de febrero de 1989 con el único propósito de aludir al ánimo ciudadano de oponer y repudiar una decisión de gobierno.
En México alzas llegan y alzas siguen a las gasolinas y los mexicanos cuando más nos apresuramos a cargar los depósitos de nuestros vehículos antes de la vigencia de los nuevos precios. La reacción habitual y muy mexicana en estos casos resulta más penosa, egoísta y pequeña que eficaz para hacer notar a las autoridades el rechazo que concitan sus medidas y decisiones. Esto, sobra decir, es una pena porque un país que no reacciona a las medidas de su gobierno poco o nada contribuye a diseñar su propio país. Así estamos hace décadas. En los años 80´s por ejemplo, cuando gobernó De la Madrid, iniciaron las peores medidas de índole neoliberal, con alzas indiscriminadas en bienes y servicios, sin que a la fecha, pase prácticamente nada en México.
Recuerdo que entonces, en los corrillos ciudadanos, se lanzaban todo tipo de admoniciones catastrofistas sobre lo que pasaría en el país si se alzaba el precio de la tortilla. Los presagios eran funestos y ¿saben qué paso entonces y aún después? ¡Nada! Así seguimos.
Así que a partir de este lunes usted, sumiso consumidor mexicano, pagará la gasolina Magna en 13.96 pesos por litro, la gasolina Premium en 14.81 pesos por litro, 44 centavos más que el precio actual y el cuarto aumento mensual de este año.
En tanto, por primera vez este año subirá el diésel al pasar de 13.77 pesos por litro a 13.98, es decir 21 centavos más. Y usted lo pagará ya sea en su vehículo o en los precios de bienes.
Así el país será ”más dinámico, competitivo y próspero”, conforme el discurso del presidente Peña, pronunciado una y otra vez para justificar la reforma energética.
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