Cuando estas líneas vean la luz pública, faltarán apenas 11 días para que los estadunidenses concurran a las urnas y decidan quién sucederá al presidente Barack Obama, el primer afroamericano que hizo historia al ocupar la Casa Blanca.
Es altamente probable, según la mayoría de las encuestas de opinión, que la señora Clinton también se inscriba en las páginas de la historia estadunidense no sólo por ocupar la Casa Blanca, sino de manera particular porque será la primera mujer que llegará a la cima del poder político estadunidense.
¡Enhorabuena desde ahora si esto ocurre! Más todavía porque la candidata presidencial demócrata es menos peor –como suele decirse coloquialmente- que el espeluznante aspirante presidencial republicano, Donald Trump, un rara avis que ha hecho prácticamente todo para perder la elección del 8 de noviembre.
Sobra ennumerar las pifias de Trump. Son demasiadas y bien conocidas.
Y sin embargo, tampoco es un hecho aun cuando faltan tan pocos días para la elección, que Trump llegue derrotado a las urnas. Se estima que hay un 20 por ciento de indecisos, muchos de ellos jóvenes, que podrían dar una voltereta de última hora al resultado que para muchos es previsible y aún lógico desde ahora.
Mas no se cante victoria en las filas demócratas ni de sus simpatizantes. Pocos previeron el reciente triunfo del Brexit y la mayoría daba por hecho el aval colombiano a los acuerdos de paz suscritos entre el presidente Juan Manuel Santos y las Farc. Cito ambos casos sólo como una referencia cercana y para destacar que nunca pueden descartarse sorpresas y mucho menos el fracaso de los pronósticos, la lógica y aún en este caso de la conveniencia política.
Un hecho destacable desde ahora es sin embargo que se ha sobredimensionado con mucho y precisamente la figura de la señora Clinton y aún la conveniencia de que gane el segundo martes de noviembre próximo.
Claro, no es para menos. Ante la figura y desparpajo mental de Trump, la señora Clinton se agiganta. Es una política bastante organizada, cauta y astuta políticamente. Evidencias de estas cualidades las puso en claro durante los tres debates con su rival republicano.
Pero insisto la estatura política de la señora Clinton se ha sobredimensionado ante la pequeñez exhibida por Trump. La mayoría de los mexicanos, también según encuestas, se ha volcado a favor de la esposa del ex presidente Bill Clinton. La composición musical y el respaldo del ícono musical mexicano Vicente Fernández expresan esto de alguna manera.
Resultan desaconsejables las exageraciones y más aún la ingenuidad. La señora Clinton sólo velará por los estadunidenses si gana la Casa Blanca. Nada más que agregar y mucho menos perder de vista.
México requiere una diplomacia inteligente, al menos para contrarrestar los peores efectos de los intereses estadunidenses que siempre se han sentido en México y el mundo.
¿Por dónde empezar? Por un diagnóstico claro de los intereses mexicanos en relación con Estados Unidos. ¿Sería demasiado pedir una agenda mexicana mínima y una inteligencia máxima para acometerla? Para eso hay diplomáticos expertos.
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