La dieta Carstens

SINGLADURA

Millones de mexicanos, unos seis según estimaciones del Inegi, cerrarán el año sin ilusiones de una mejoría en sus ingresos, pese a los llamados de la cúpula empresarial agrupada en la Coparmex para llevar el minisalario a casi 90 pesos por día en los próximos 12 meses.

A la propuesta empresarial reaccionó de inmediato nada menos que el titular del Banco de México, el inefable Agustín Carstens, el mismo que se equivocó cuando confió en que la neumonía económica de Estados Unidos en 2008 sólo repercutiría en un “catarrito” para México.  Así nos fue.

Esta vez, Carstens ni se pronuncia a favor ni en contra de la propuesta de la Coparmex para que el salario mínimo se coloque al final del 2017 en 89.35 pesos. Pero el mensaje de Carstens deja ver su tácito rechazo a un alivio, que no mejora salarial para millones de humildes trabajadores que perciben poco más de 70 pesos diarios para sortear sus necesidades básicas cotidianas más las de sus familias.

Carstens sin embargo volverá a embolsarse el inminente mes de diciembre poco más de un millón de pesos sólo por concepto de aguinaldo. El monto, claro, es una recompensa a sus magníficos servicios y esfuerzos por la patria, tan sufrida y dolida ésta.

Dijo la Coparmex que se requiere un alza del 22.3 por ciento al minisalario. “Es indispensable”, argumentó la cúpula empresarial.

Y será “indispensable”, pero como hace años seguramente los salarios mínimos tendrán un “alza” máxima del 4, 4.5 por ciento, si las cosas van bien. El año que termina, los salarios mínimos tuvieron un incremento de 2.94 por día. ¿Cree usted que será mejor en 2017?

Y uno se pregunta ¿cómo puede un padre de familia mexicano “vivir” con algo más de 70 pesos por día. Lo hacen, y sólo ellos saben cómo.

Un estudio del Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la UNAM revela que en los últimos 33 años se ha sumado una pérdida del poder adquisitivo del salario del 79, 21 por ciento.

Este fenómeno acelerado de depauperización salarial en México explica por ejemplo que entre enero de 1982 y octubre de 2015 -antes de que las cosas empeoraran aún más- se dejaron de comprar más de 14 litros de leche por el nivel del salario mínimo. Lo mismo ocurrió con productos como la tortilla, el huevo o el frijol. En el caso de la tortilla, por ejemplo, se dejaron de comprar en el periodo de referencia casi 45 kilos de tortilla ante la caída del minisalario y en el caso del huevo, la baja en compra fue de poco más de seis kilos. Lo datos no son una conjura ni tampoco trasuntan el afán de enlodar el parque. Sólo pretenden ilustrar el deterioro que viven los miniasalariados del país y la urgencia de aliviar sus penurias. ¿O no?

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