¿Qué espera?

SINGLADURA

Cada vez que pienso en el presidente Peña Nieto me pregunto: ¿qué espera? ¿Por qué no reacciona?  ¿Tiene algo guardado en el guante?  ¿Está esperando un golpe más para él contestar? ¿Qué le pasa a nuestro presidente?

Estas y otras preguntas más me hago cada vez que pienso en Peña Nieto. Me atosiga la imagen en su persona del boxeador vapuleado, disminuido, contra las cuerdas y sin embargo aún espero, deseo incluso que tenga algo guardado para venir desde atrás, desde el fondo del ring y soltar el macanazo que hace  falta para darle vuelta al resultado que tememos, que parece inminente, y que no queremos aceptar.

Algo que no sé y tal vez nadie sepa , salvo él mismo, debe pasarle al presidente Peña. Adentro de México su popularidad está en los suelos, alrededor del 12 por ciento, apunta la mayoría de los sondeos.  Poca gente le cree. Sobre Peña Nieto recae un descrédito ciudadano que a nadie debiera hacer feliz porque es altamente peligroso y sin embargo, el presidente parece no darse cuenta o es que acaso ¿lo tienen tan aislado? Impresiona la falta de reacción presidencial. Sigue en su caballo, según el cabalgando, pero sin ir a ningún sitio. Preocupa. Sus apariciones públicas de las últimas semanas son anodinas, fatuas, insulsas incluso. Como por ejemplo  el mensaje en redes sociales que dio a propósito  del episodio trágico del adolescente escolar en Monterrey. ¿Cuáles valores señor presidente? Plantearon muchos cuando aludió a éstos.

Antenoche, y cuando el supercanciller Videgaray, acompañado por el titular de Economía, Ildefonso Guajardo viajaban en una misión casi imposible rumbo a Washington,  el bisonte de la Casa Blanca propinó un nuevo mazazo al presidente Peña, su gobierno y México entero al confirmar la construcción del muro para cerrar la frontera con México y Peña, que tuvo toda la ocasión para al menos contrarrestar el nuevo golpe, perdió la oportunidad.

¿Por qué? El mensaje que dio Peña el último  miércoles a la noche fue intrascendente, ambiguo y temeroso. Perdió una oportunidad de oro para si no enderezar el barco que escora , si para impedir el desastre total.

Desaprovechó la oportunidad y Trump volvió a ganarle la partida con un gancho directo al hígado que sobrevino justo cuando el bisonte de la Casa Blanca “desinvitó” a nuestro presidente.  ¿Por qué Peña no se adelantó? Tuvo todo para al menos esta vez medio emparejar el marcador claramente en desventaja para el inquilino de Los Pinos.

Prácticamente desde junio de 2016, Peña Nieto ya había servido de “sparring” del bisonte Trump, cuando éste anunció su campaña y soltó los primeros golpes bajos contra México y los mexicanos. Pero Peña tampoco reaccionó. Se dejó llevar por Videgaray al punto de invitar a Trump a la residencia oficial de Los Pinos, donde el magnate del ladrillo le propinó a Peña en su propia casa varios golpes imposibles de no ver.

Trump sigue haciendo de las suyas: intimida, amenaza, da golpes como las que ya costaron a México millones de dólares en inversiones de la planta Ford en San Luis Potosí y Peña sigue creyendo en que su estrategia es la correcta.

Yo sigo preguntándome por qué el presidente no reacciona. Aún puede hacer algo para salir de la esquina donde Trump lo tiene acorralado y en donde sigue aguijoneando, castigando al presidente. Tengo aún la esperanza , tal vez ingenua, de que Peña saque algo del guante y enderece un golpe tal que al menos Trump quede atolondrado. Le aseguro señor presidente que México espera y merece que usted abandone las cuerdas al menos por un momento.

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