Barrales

SINGLADURA

¿Cómo entender y, peor aún, justificar que la señora Alejandra Barrales posea un bien inmueble de casi un millón de dólares? Sabemos que sus ingresos, ya como funcionaria pública o representante popular en las cámaras del Congreso, han sumado miles y seguramente millones de pesos.

Pero ¿y sus gastos? Asumo que también han sumado cifras pingües a lo largo de estos años, seguramente los mejores desde que en 2010, el año que según ella misma ha afirmado, la quiebra de Mexicana marcó “un parteaguas” en su vida al iniciar su carrera de abogada y transformarse en una activista social para luchar contra “las injusticias”.

Exsindicalista y otrora jefa de cabina de aviación, Barrales fue electa como nueva presidenta del Partido de la Revolución Democrática (PRD), recién en julio del 2016 para ejercer la presidencia de ese partido por un año.

Pero ¿y después? Al margen de su disfuncional presidencia partidista, Barrales se colocó ahora bajo la lupa de la opinión pública por el hallazgo reporteril –así se dio a conocer-de un apartamento en Miami. La legitimidad de esta propiedad queda al menos en entredicho por dos dudas básicas: ¿pues cuánto ganan nuestros políticos? ¿O de dónde sacan tanto dinero?

Un millón de dólares para destinarlo a la compra de un inmueble no es cosa menor, mucho menos en un país donde la pobreza da sus tarascadas a más del 50 por ciento de la población y araña a otro 20-30 por ciento.

Peor aún. ¿Cómo justifica una política de izquierda, que se dice activista contra las injusticias, la ambición por la riqueza? ¿O un estilo de vida más propio de un empresario o de un vulgar ladrón, que de una política que se identifica –dice- con las causas populares de la gente más desprotegida de este país?

Los argumentos de la señora Barrales son una vergüenza nacional. En otro país, un escándalo de esta naturaleza conllevaría al suicidio, al menos político. En México muchos de nuestros políticos presuntamente de izquierda han copiado al estilo de vida de los políticos de derecha o de muchos identificados con el PRI.

¡Qué pena por la Barrales! Todo indica que ya también se embarró. La conocí y aún conversé con ella alguna vez para una entrevista periodística en el Congreso. La escuché hablar tanto de justicia social, de ética, probidad y decencia pública. Eso fue hace años. Hoy no le creo más y más bien la veo bajo sospecha. Es una desilusión más.

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