Aunque sea a través de Twitter, el ex director de Pemex, Emilio Lozoya, ya puso en claro que él no es corrupto, que tampoco pidió soborno alguno y mucho menos, ni remotamente pues, recibió nada a cambio de contratos de la firma brasileña Odebrecht, ésta si metida hasta los talones en el reparto de sobornos, cochupos o moches en 11 naciones.
Lozoya, si señor, fue claro, contundente, tajante pues, al rechazar la nota periodística que lo vincula con las prácticas corruptas de Odebrecht. Argumenta el ex director de Pemex: “la nota carece de prueba documental”. ¿Está claro? Cero prueba o evidencia documental en su contra. ¡Pamplinas! Lozoya no es corrupto, dice él.
¿La nota? Lozoya, nieto de un ex gobernador, hijo de un ex alto funcionario en los tiempos de Salinas de Gortari, es contundente cuando hace ver que se trata de “una historia absolutamente falsa, dolosa e inexistente”. Ya habló Lozoya. ¿Está claro? Nada que ver con corrupción.
De igual forma descalifica, niega, rechaza pues las versiones de los ex directivos brasileños de Odebrecht. Supone que todo ese invento de estos señores forma parte de un ardid para reducir eventuales penas carcelarias, aun cuando en ese afán mancillen, echen lodo al apellido Lozoya.
Nada pues que estropee o magulle el apellido Lozoya. ¿Hay que insistir? Lozoya Austin no recibió y tampoco pidió un solo dólar, mucho menos un solo peso para apuntalar campañas o sudores ajenos.
Lo dijo ya Lozoya. Quieren ensuciarlo. Es todo el propósito de esa campaña difamatoria, obstinada, grosera, mal intencionada.
¿A quién se le ocurren semejantes enjuagues millonarios tan ajenos a la praxis de la élite política mexicana? Nomás a personas mal intencionadas, de torcidas intenciones y aviesos propósitos.
Lozoya ni siquiera conoce, según dijo, a esos señores que hoy lo inculpan. No sé quiénes son ni tampoco los ha conocido. Lozoya no se ha reunido nunca con potenciales bandidos, de negras intenciones. ¿No basta que lo diga Lozoya? ¡Por favor!
Seguramente se trata de sus adversarios políticos, empeñados en dañar su brillante y fulgurante carrera en el servicio público mexicano. Imagine la envidia que corroe a sus adversarios de que él, antes de los 40 años de vida ya encabezaba la otrora potente y emblemática empresa Petróleos Mexicanos. A muchos debió causar envidia.
Es más, Lozoya se reserva desde ya su derecho de denunciar eso sí a quienes han tratado de enlodarlo en un vulgar chantaje. De acusado pasará a acusador. Bien hecho. No se deje señor Lozoya. Los va a demandar, advierte. No se vale, argumenta el ex director de Pemex, que haya quienes pretendan manchar su linaje con una acusación tan burda como esa, la de querer un moche a cambio de contratos, una práctica tan inusual en México.
Lo bueno es que Lozoya ya puso todo en claro porque habló, aunque sea por twitter, para negar a sus acusadores. Qué bueno que lo hizo. La verdad siempre nos hará libres ¿o no señor Lozoya?
This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.