¿Qué hacer?

Singladura

Cuando restan 60 días para las elecciones, la presidencial en primer término, se están acentuando las pugnas de todo tipo como consecuencia de las preferencias partidistas

y/o independientes y por las ofertas de los candidatos a sus electores.
Este no será el espacio para atizar esas pugnas, muchas de ellas cargadas de odios y prejuicios debo apuntar, pero sobre todo de intereses en juego, tampoco para endiosar a ninguno de los cinco contendientes por la presidencia del país y mucho menos para tratar de inducir la preferencia electoral.
Después de todo, México ha transitado un largo camino para colocarse en el sitio dónde está. Todos sabemos o deberíamos estar al tanto que ese trajinar lejos está de haber sido fácil. Al contrario, está plagado de esfuerzos, sacrificios y aún sangre. No ha sido fácil, pues.
En consecuencia, cada ciudadano deberá evaluar estos meses, en su propia circunstancia y bajo su propio interés y perspectiva, la opción político-electoral que mejor le parezca. Esto, sin satanización, sin estigmación, sin etiquetado pues. Me parece que este hecho, tan básico si se quiere, es el encanto y el mérito clave de cualquier democracia, más aún de una como la mexicana aún en proceso de construcción.
En los últimos días, en medio de una reflexión sobre las opciones electorales que tenemos a la vista, he recordado de manera insistente la bien conocida entrevista periodística del entonces presidente Porfirio Díaz a James Creelman, hecha en vísperas del estallido de la revolución del 10, en el Castillo de Chapultepec.
Reproduzco parte de esa entrevista histórica, tomada de Wikipedia:
“Nuestra mayor dificultad la ha constituido el hecho de que el pueblo no se preocupa lo suficiente acerca de los asuntos políticos como para formar una democracia. Los indios […] están acostumbrados a guiarse por aquellos que poseen autoridad en vez de pensar por sí mismos”, dijo Díaz a Creelman.
Sigo la cita: “México tiene hoy una clase media. Pero por otra parte, los pobres son a su vez tan ignorantes que no tienen poder alguno. Éramos duros. Algunas veces, hasta la crueldad. Pero todo esto era necesario para la vida y el progreso de la nación. Si hubo crueldad, los resultados la han justificado con creces."
Creelman preguntó a Díaz: "¿Sabe usted que en Estados Unidos tenemos graves problemas por la elección del mismo presidente por más de 3 periodos?" Díaz respondió: "Sí. Lo sé. Es un sentimiento natural en los pueblos democráticos el que sus dirigentes deban ser cambiados. Estoy de acuerdo con este sentimiento. He tratado de dejar la presidencia en muchas ocasiones, pero he tenido que permanecer en ella por la propia salud del pueblo que ha confiado en mí”.
Díaz también afirmó: "Es cierto que cuando un hombre ha ocupado un puesto investido de poder por largo tiempo puede llegar a persuadirse de que aquel puesto es de su prioridad particular."
Después prometió ante Creelman retirarse del poder al término del periodo gubernamental en 1910, cualesquiera que fueran las opiniones de sus amigos y partidarios. "Daré la bienvenida a un partido de oposición. Si aparece, lo veré como una bendición y no como un mal, y si puede desarrollar poder, no para explotar sino para gobernar, estaré a su lado. Me olvidaré de mí mismo en la feliz inauguración de un gobierno totalmente democrático en mi patria.
He esperado pacientemente porque llegue el día en que el pueblo de la República Mexicana esté preparado para escoger y cambiar sus gobernantes en cada elección, sin peligro de revoluciones armadas, sin lesionar el crédito nacional y sin interferir con el progreso del país. Creo que, finalmente, ese día ha llegado”, termino la cita.
Esto es sólo parte de una historia, pero sigue.
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