Apreciable señora Sheinbaum, saludo su asunción por la vía electoral a la jefatura del gobierno de la ciudad de
México. ¡Qué bueno! Aun cuando las neuronas no tienen sexo, siempre o casi siempre, es muy estimulante que una mujer asuma un cargo de alta responsabilidad como es su caso, al igual que el de muchas otras mujeres mexicanas que en número crecientemente afortunado están dando un brinco histórico para instalarse en funciones de enorme trascendencia pública.
Es usted la segunda mujer en la historia de la capital mexicana que desempeñará el segundo cargo político más importante del país. Pero es la primera en ocuparlo con base en un triunfo electoral y holgado hay que reconocer.
Rosario Robles Berlanga asumió en 1999 la titularidad del gobierno capitalino pero sólo por la vía del relevo de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, quien disputaría en el 2000 por tercera vez la presidencia del país en una elección que perdió ante el fenómeno llamado Vicente Fox.
Así que usted, señora Sheinbaum, es en realidad la primera mujer gobernadora de la capital mexicana, un hecho histórico sin duda que por ello también la compromete todavía más. Es usted hoy me parece un emblema femenino y una promesa para su género. Me congratulo y la felicito sinceramente.
Desde los días de su campaña, usted prácticamente estuvo segura de su triunfo, que siempre también anticipó la mayoría de las encuestas. Más de una vez usted dijo que lograría por Morena el triunfo en la ciudad de México. También predijo la victoria electoral del hoy presidente Andrés Manuel López Obrador, un pronóstico no sólo confirmado el uno de julio último, sino que usted hizo con la absoluta convicción del hecho, más que con la seguridad del deseo. Qué bueno, otra vez.
Así que no hubo sorpresa en el resultado electoral y por lo tanto no llega usted al mando de la ciudad sin saber a lo que se enfrenta. Sabe los problemas que agobian a la que hoy más bien podemos llamar la ex noble y otrora leal ciudad de México. Peores todavía esos problemas debido al pésimo gobierno que encabezó Miguel Ángel Mancera, quien más bien resultó el arlequín de la política a juzgar por los múltiples colores políticos que gusta de usar.
Usted señora Sheinbaum sabe que como consecuencia en buena parte de la gestión de Mancera, la ciudad capital se convirtió prácticamente en un botín de guerra política, protagonizada muy desafortunadamente por mercachifles de toda laya. Sería prolijo aquí referir todos y cada uno de los problemas que envilecen la vida urbana de los capitalinos, cuando no la acaban de una vez y para siempre. Además, estoy seguro de que usted los conoce de sobra, lo mismo que las soluciones de corto, mediano y largo plazo.
Confío en usted, en su conocimiento, su experiencia de gobierno, su ética, honradez y compromiso para que en un tiempo razonable genere sus mejores frutos públicos. Estaremos los hijos de la ciudad, sus gobernados, atentos a su gestión. Mas no sólo eso. Quien escribe esto también se compromete, al menos en lo que toca a su conducta urbana cotidiana, a aportar su mejor esfuerzo para hacer una mejor ciudad o al menos, una menos peor de la que estamos viviendo.
¡Enhorabuena, señora Sheinbum! Le deseo éxito en sus empeños.
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