Cada vez entiendo menos y mire usted que me afano por comprender, así me resulte
difícil muchas veces. Será que el escaso cacumen con el que deambulo por este mundo, me impide comprender, entender, asimilar pues, cosas como esa de que “si hace falta”, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador está presto para “ofrecer las disculpas que se requieran” a su similar estadunidense Donald Trump, por el incidente fronterizo que involucraría a militares mexicanos.
¡Pasu mecha! Como dicen los veracruzanos, que dicho sea de paso andan por estos días muy vapuleados por partida doble, primero con el asesinato de 14 personas en Minatitlán y ahora, hace un par de noches, por el triple asesinato de la alcaldesa Maricela Vallejo Orea, presidenta municipal de Mixtla de Altamirano, su esposo y un chofer. Como un mensaje subliminal o no tanto, esa alcaldesa resultó correligionaria nada menos que del presidente López Obrador. Es decir, que ni la militancia morenista salvó a esta alcaldesa de ir al panteón. Lamentable.
Pero retomo el punto. Dice el presidente López Obrador que está dispuesto su gobierno a ofrecer una disculpa al señor Trump en caso de ser necesario por el incidente fronterizo en el que según el mismo Trump explicó en un mensaje de Twitter, soldados mexicanos apuntaron con armas de fuego a guardias fronterizos de su país.
Amlo dice que si se hubiera cometido una infracción de los soldados mexicanos, se ofrecerían “las disculpas que se requieran” para que el magnate del ladrillo en la Casa Blanca no se ofenda o, peor aún, vaya a montar en cólera, fiel a su estilo.
“No queremos tener ningún tipo de fricción o confrontación”, con Estados Unidos, apuntó el presidente mexicano en su conferencia matutina en Palacio Nacional. Añadió que es del interés del gobierno, y de los mexicanos –deduzco- “mantener una relación de amistad con todos los pueblos y gobiernos del mundo”. Es correcto me parece este planteamiento del presidente López Obrador en este sentido.
Mas noto un apresuramiento excesivo en anticipar, en adelantar una disculpa cuando no se han establecido claramente los hechos de referencia en los que se vieron involucrados militares mexicanos en la zona fronteriza. Antes que ofrecer o anticipar disculpas, una lógica mínima indicaría primeramente la necesidad de esclarecer con absoluta precisión los hechos aludidos.
Ni siquiera el canciller mexicano, Marcelo Ebrard y tampoco la titular de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, han determinado con la exactitud y precisión debidas, qué fue lo que pasó como para que el presidente ya se le cuezan las habas o esté anticipando que su gobierno está listo para ofrecer disculpas. ¿O no?
El canciller Ebrard dijo que el incidente en la frontera entre México y Estados Unidos duró "unos minutos y no pasó a mayores" y dijo que pudo deberse a "una confusión sobre los límites territoriales". Es decir, aún no hay una precisión cabal de lo ocurrido.
Es más, Ebrard precisó que los militares mexicanos "No cometieron ninguna falta ni lo hicieron intencionalmente". ¿Entonces por qué anticipar disculpas?
De igual forma, la secretaria Sánchez Cordero dijo que el hecho pudo haber resultado “simplemente una confusión” de los militares mexicanos.
Añadió: "Lo que estuve viendo es que la línea divisoria a veces entre nuestro país y Estados Unidos, así como entre nuestro país y Guatemala, es a veces muy imperceptible y creo que pensaban que estaban en territorio mexicano", expuso. "Los soldados mexicanos creo ya estaban en terreno norteamericano. Ahí hubo una confusión de la línea divisoria", ratificó.
Cada vez y no son pocas veces a lo largo de la historia, que soldados, policías o guardias estadunidenses han dado muerte por ejemplo a mexicanos, pero nunca el presidente en turno de ese país ni siquiera piensa en ofrecer una disculpa. Primero investigan y luego deciden, si acaso. No primero se disculpan o se pronuncian dispuestos a hacerlo. No, qué va. Incluso se van a litigios largos antes de admitir que incurrieron en un crimen, una ofensa u lo que sea. Pero nada de disculpas anticipadas, o por si acaso y menos de un presidente.
Ah, pero el presidente López Obrador ya está más que listo para que “si hace falta”, de una disculpa al señor Trump y su gobierno. No dijo, como creo que tendría que haber dicho, que primero debería investigarse y precisarse con total solvencia los hechos. No, mejor anticipó una disculpa porque “no tenemos la intención de afectar la soberanía de Estados Unidos”. Ni cómo hacerlo, apunto.
Dijo López Obrador que “queremos que sea una relación respetuosa, de buen entendimiento”, en el caso “especial” de Estados Unidos. Y cómo no.
Sí, México y su gobierno quieren “una relación respetuosa” con Estados Unidos, y tan “respetuosa”, digo yo, como la que desde antes de ser presidente, Trump ha tenido con México y los mexicanos. Pues si, así sí. Nosotros somos respetuosos de la soberanía, de la relación con Estados Unidos y del señor Trump. Estados Unidos y el señor Trump pueden ofendernos, agredirnos, calificarnos de asesinos, traficantes y violadores. Y no sólo pueden, lo hacen. Más aún, ellos sí pueden amenazarnos con el cierre de la frontera, con imponernos aranceles, con renunciar al libre comercio, con frenar u obstaculizar el libre tránsito fronterizo, e incluso con deportar a nuestros compatriotas, y hasta levantar vallas. Y encima, por si fuera poco, pueden ponernos a achicar el flujo de inmigrantes hacia Estados Unidos. Ellos sí, pero nosotros estamos listos y más que prestos a pronunciar rapidito un “usted disculpe, señor Trump, no fue nuestra intención ofenderlo. Perdone usted. No se repetirá, o dicho de otra forma: “asté disculpe patroncito”, no nos vaya a coger muina o mala voluntad.
Ah, quizá nos compense España. La madre patria sí que nos debe pedir perdón porque aún hay muchas heridas abiertas, aunque haya un océano de distancia y 500 años de por medio. ¡Caray!
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