Acertijo económico

Ojalá el presidente esté en lo correcto cuando atribuye eso del crecimiento económico a

 un invento de la ortodoxia neoliberal. Un error presidencial de cálculo llevaría a México al colapso económico, algo que nadie en sus cabales quiere o debería desear siquiera. Y no se confunda nadie, el advertir esto está lejos, lejísimo, del mínimo interés o propósito de contrariar al presidente como él mismo supone con una frecuencia excesiva y hasta yo diría que perniciosa.
La seguridad y aún la sobrevivencia económica de más de cien millones de mexicanos, muchísimos más de los 30 millones que en julio del 2019 decidieron la presidencia de Amlo, están atadas o dependen indisolublemente del buen tino y acertada conducción del Ejecutivo Federal. En otras palabras, es mucho lo que está en juego. Reducir el desenvolvimiento y rumbo económicos a un acertijo es harto riesgoso.
De fracasos y políticas insensatas, México sabe y ha sufrido demasiado. Es no sólo irresponsable, sino hasta temerario hacer del país un laboratorio del ensayo. México requiere la conducción certera de su clase política nada más que para garantizar el desarrollo que cada vez se hace más urgente.
El país acumula décadas, casi cuatro al hilo en esta última etapa, de registrar tasas de crecimiento promedio anual del 2 por ciento, no sólo precarias sino insuficientes.
Con el advenimiento de la 4T se apostó a una mejora económica, pero en 2019 la economía mexicana mostró el peor desempeño en una década con un retroceso de 0,1 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). No lo digo yo, claro. ¿Cómo podría? El dato es del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Asumo que el organismo no es conservador, ni fifi, tampoco opositor. Se trata de un dato seco, duro y contundente sobre cómo se comportó la economía mexicana el primer año de la 4T.
Como trasfondo, trasunto o telón de fondo de ese ritmo económico negativo hay un drama humano real y concreto. Se dice fácil que el país no creció, sino que decreció, pero ese hecho repercute de manera directa e inmediata en la vida de millones de mexicanos. ¿Cómo? De muchas formas, pero quizá las más lacerantes se registran en la vida cotidiana porque implican desempleo, criminalidad incluso y cancelación de oportunidades de niños, jóvenes y familias enteras. En resumen, el decrecimiento económico impacta las posibilidades de sobrevivencia diaria y desarrollo de millones de mexicanos. No es un juego ni ganas de apostar al fracaso. La realidad es comprobable, terca y costosa. El manejo político y aún el éxito de esa herramienta es otra cosa.
El retroceso del 0,1 por ciento del PIB en 2019 fue incluso peor de lo previsto y esperado por organismos como el Banco de México, la Secretaría de Hacienda y los satanizados Banco Mundial (BM) y Fondo Monetario Internacional (FMI).
López Obrador argumentó que la contracción en la economía mexicana "ya se esperaba", pero sólo en agosto pasado él mismo insistió en que se crecería al dos por ciento y recriminó públicamente a quienes advertían lo que es hoy un resultado lamentable.
Ante la realidad cruda y objetiva, el mandatario desestimó ahora el resultado económico del 2019. No importa, dijo, que no haya crecimiento. En su lugar hay desarrollo y bienestar, argumentó.
“En el periodo neoliberal ni siquiera hubo crecimiento”, sostuvo, aunque de inmediato concedió que “lo poco que hubo” se acumuló en unas cuantas manos. Entonces ¿Hubo o no hubo crecimiento? El primer año de la 4T no hubo crecimiento, sino decrecimiento, según el Inegi.
Dijo que sí le “importa mucho la economía familiar”. Le digo al presidente que en este mismo instante, muchas, miles de familias mexicanas sufren la falta de empleo y sus consecuencias casi devastadoras como consecuencia de la bendita “austeridad” y otras prácticas perniciosas que perpetran funcionarios de la 4T, violentando leyes y derechos. En el fondo está una economía que no creció, sino que decreció y que se vaticina podría si acaso mejorar muy ligeramente este año.
El presidente dijo en la víspera que "Lo importante no es sólo el crecimiento del PIB, sino que haya una mejor distribución del ingreso y que los beneficios lleguen a todos”. Le digo, sin ningún ánimo o interés de contrariarlo, que miles de familias carecen hoy de “una mejor distribución del ingreso”. Simplemente no lo tienen y están atrapadas en una “crisis de consumo” porque la economía no da sino tristeza y preocupación entre muchos mexicanos que no acaban de descifrar el acertijo económico nacional.
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@RobertoCienfue1