¡Pácatelas! Cuando ya muchos mexicanos comenzábamos a creer que ahora sí, eso del combate a la corrupción política iba en serio conforme la promesa y compromisos principalísimos del gobierno de la 4T, que se nos atraviesa el video de David León y Pío López Obrador,
cuyo contenido a estas alturas es ya harto conocido a través de las redes sociales, sean éstas benditas o no, según se acomoden al tiempo y la circunstancia.
¿Quién habría de imaginar que el hermano nada menos que del presidente más comprometido en décadas en la lucha contra el cáncer que más ha dañado a México, según su propia definición, sería captado en un video en el momento en que recibió dinero para un movimiento político que ha postulado la purificación de la vida pública del país como el leitmotiv de su existencia? Semejante video remite casi de inmediato a la figura del “hermano incómodo” de aquel cuyo nombre resulta casi impronunciable en tiempos y con personajes políticos tan diferentes y contrastantes, según se nos ha dicho.
Ese video y otro de data mucho más lejana que deja ver la presión política con fines económicos sobre un empresario acerero abren cuarteaduras importantes en el muro ético y de honradez construido de manera verbal hasta ahora con éxito por la 4T en el imaginario ciudadano. ¿Dónde queda el discurso presidencial frente a imágenes que no pueden negarse? Resultan de tan grave contundencia esas imágenes, que ni siquiera se han negado o se les ha explicado como con un montaje. Los hechos grabados son reales. En consecuencia y en descargo inmediato de la evidencia, se recurrió al argumento político en un intento por minimizar el impacto visual de hechos contundentes, objetivos e innegables. La realidad siempre supera el discurso, así éste sea el de un hábil comunicador.
“No hagas cosas buenas que parezcan malas”, aconsejaban siempre abuelos y padres. Si esos dineros, al margen del monto, tuvieron orígenes y destinos lícitos ¿por qué fueron entregados de manera subrepticia? ¿Por qué no se operaron y reportaron de manera institucional, incluso por razones de seguridad? El presidente nos ha insistido en que el que nada debe nada teme, entonces ¿por qué temer al cauce y la transparencia institucional del dinero fruto de aportaciones para una causa noble, justa y sobre todo legal? ¿Por qué, para qué esconderlo? De no haber sido por el video profusamente difundido, apenas lo habrían conocido unas cuantas personas. Habría triunfado la secrecía ¿no? ¿Por qué se prefirió la opacidad? ¿Y por qué alguien nada tonto, previsor y calculador se tomó la molestia de grabar de manera clandestina el aporte económico? ¿Para qué? Dicen que en la desconfianza reina la seguridad. Es obvio que quien previó y ordenó la grabación, buscó seguridad a través de la evidencia, la prueba pues. Después de todo, dicen, “papelitos”, videos en este caso, hablan.
Así que después de estos videos, a los que el presidente reaccionó con fuerza porque seguramente lo incomodaron mucho, se abren numerosas interrogantes legítimas sobre la pulcritud y más aún, la legalidad del financiamiento de un movimiento político que prometió ser diferente de todo aquello que por décadas y aún siglos ha empobrecido y socavado la vida nacional. Más que discursos para atribuir a adversarios o reaccionarios la difusión de estos videos, se trata ahora de probar con hechos la calidad ética y moral del nuevo régimen político, cuya construcción prometió a México la 4T. Esa construcción no puede ni debe hacerse en terrenos fangosos. Así que es y será por sí sola un reto formidable so pena de caer en un nuevo pantano.
This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
@RobertoCienfue1