¡Ay dolor!

Ay México, querido, ¿cómo estás? Dueles mucho por estos días en que ya no se ve lo duro, sino lo tupido. Crisis, crisis y más crisis por casi todos lados, por donde asoma y se oculta el sol de tu inmensa y

 generosa geografía. Vas de costalazo en costalazo, amado país nuestro. A ratos, incluso, entra la angustia porque parece que no atinamos todos a encontrar el faro que nos conduzca con estrategia, certeza y precisión al punto que por tantos años y siglos nos hemos prometido en cada hijo tuyo.
Cada vez que apostamos a un mejor futuro, como debe ser, topamos con tantos obstáculos, intereses y figurones de la política, la economía, la academia, incluso del mundo intelectual y cultural, por no hablar de los sectores económicos y financieros -internos y externos- que se entrecruzan y parecen obstinados en dificultar la ruta hacia ese mundo prometido y por el cual tantos millones y millones de mexicanos apostamos, expectamos y vislumbramos sin que aparezca el sitio prometido como en una evocación vana de aquellas mujeres, hombres, niños y ancianos que según la leyenda partieron desde la mítica Aztlán hacia el sitio prometido, en el que dos siglos más tarde habría de enseñorearse ese joyel prendido a las aguas que en la descripción española fue el gran México-Tenochtilán.
Hoy, tantos siglos después, el país sigue dando tumbos para su construcción, si bien a ratos también deslumbra ante el sorpresivo avance, pero también ante los siglos de miseria y atraso que anidan en el suelo patrio nuestro.
Los hombres y más recientemente las mujeres que gobiernan pasan, es cierto, pero se llevan cada una o uno su propia gloria. El país ni tanta ni tan espesa gloria, pero soporta, aguanta.
En su nueva etapa, esta que imprime el nuevo sueño de la transformación pacífica llamada 4T, México se sacude, estremece. Quizá esto sea el cambio de régimen y no de gobierno prometido por tantos años. Se nos vino encima la pandemia del Covid-19, que todo lo dislocó como una especie de terremoto de grado 8 en la escala Richter o aún por encima de esa magnitud.
Sobra que insistamos en los daños de todo tipo al país y su estructura nacional. Todo está revuelto, paralizado, afectado, convaleciente o muerto. Afortunadamente, millones se mantienen como prófugos del virus, pero las estructuras del país se remecen como palmeras del trópico que nomás se doblan, pero no se quiebran.
¿Hacia dónde vamos? La incertidumbre es prácticamente la única certeza sobre el rumbo nacional. Estamos a cien días de los comicios que definirán un nuevo rumbo o ratificarán el iniciado hace poco más de dos años. ¿Cuál será el resultado del voto? ¿Qué nuevas fuerzas, intereses y personajes definirán la ruta? Entre el espacio de hoy y el que nacerá en junio, sólo veo dos enormes interrogantes.

This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
@RoCienfuegos1