Mire usted, alguien debería asesorar a la jefa del gobierno de la capital, Claudia Sheinbaum. Pero asesorarla bien para evitar errores que cuestan. Su secretario de Gobierno, Martí Batres, quien entró al quite luego del revés electoral del seis de junio pasado, se supone que llegó al cargo para sumarle
puntos y restarle errores que más tarde o más temprano saldrán con toda su fuerza a la palestra pública para obstaculizarle el camino que tiene anunciado Sheinbaum, y que le ha prometido el presidente López Obrador, su mentor y protector político.
Aludo a los errores, los más recientes, en relación con el desplome de la Línea 12 del metro capitalino. Habrán pasado cuatro meses desde que la noche del tres de mayo se vino abajo la colosal obra de infraestructura urbana, con un saldo de 26 personas muertas y casi un centenar de heridas, y el próximo seis de septiembre cuando se espera que ahora si se cumpla la promesa de difundir el segundo informe a cargo de la empresa noruega DNV sobre el siniestro.
No fue cosa menor y no habrá de olvidarse pronto. De hecho, esta tragedia urbana seguramente cobrará una fuerza inusitada cuando comience la guerra abierta por la presidencia luego de López Obrador. Los políticos nunca duermen y cuando lo hacen, urden todo tipo de estratagemas para avanzar en su ruta.
Sheinbaum, quien está en una frenética carrera prelectoral con todo tipo de exposición mediática, inauguraciones de obras, videoconferencias y cuanto evento pueda proyectarla como una mujer presidenciable -la acaba de flanquear Beatriz Gutiérrez Mûller en el Zócalo por el asunto de los 500 años de resistencia indígena- deberá extremar el cuidado para que sus afanes no descarrilen en forma demasiado temprana, y/o prematura.
Hace sólo dos días, la mandataria puso la cara para dar a conocer que la empresa DNV, una contratación muy costosa y precedida por su fama, prestigio y seriedad internacional, incumplió el plazo prometido y comprometido para dar a conocer el segundo de tres informes sobre el origen, causa y motivo del desplome de la Línea 12. Este segundo informe fue comprometido para el lunes 23 de agosto. Falló DNV.
Sheinbaum, al anunciar el retraso de dos semanas de DNV, nunca debió comparecer para lavarle la cara a la empresa. Tampoco para revelar que conoció desde el viernes 20 de este mes la decisión de la empresa de pedir más tiempo para cumplir el compromiso de informar el porqué del desastre en Tláhuac.
La mandataria debió obligar al menos a la empresa a dar la cara y explicar el retraso de su compromiso, y no aparecer ella al público para justificar una falla.
Tampoco debió revelar la fecha en que supo del incumplimiento. Sheinbaum cargó así con ambas fallas, ajenas en todo caso a ella, ante la opinión pública y sus gobernados.
El hecho de que ella, como gobernante de la capital mexicana, saliera a dar una noticia tan negativa, le resta puntos, pero sobre todo desata todo tipo de suspicacias en torno a los motivos que tuvo para justificar el retraso en el cronograma establecido para conocer el informe, una clave en la tarea y obligación de desentrañar las verdaderas causas del trágico incidente.
Que Sheinbaum haya cedido su terreno de acción y responsabilidad al presidente López Obrador en cuanto al metro y la desgracia del tres de mayo, es otra merma para la mandataria y que se esté dando por hecho que con el compromiso de Carlos Slim, el magnate vinculado a la Línea 12, de que él costeará al ciento por ciento el costo de la rehabilitación de la Línea colapsada, sin que esto cueste un peso del erario federal y/o capitalino, todo queda resuelto, es otro error y fuente de diversas suspicacias.
Se añaden dudas y preguntas al caso sobre si realmente se conocerá sólo la verdad y toda la verdad en torno a este desplome y si habremos de ver el castigo a los responsables de este siniestro tal y como nos lo tiene prometido la mandataria.
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@RoCienfuegos1