Reforma

Como sabemos, el viernes pasado, el titular de la CFE, Manuel Bartlett Díaz, salió con todo a la palestra pública nacional para defender, faltaba más, la

reforma eléctrica que impulsa el presidente Andrés Manuel López Obrador a favor de los pobres de este país y del control a cargo del Estado de un recurso sin duda clave para cualquier país. No se anduvo por las ramas. Habló sin remilgos y se le fue duro el verbo. Evocó en sí mismo a aquel funcionario que dio cuenta de la caída del sistema en 1988, cuando como titular de Gobernación y priísta de cepa entonces, defendió el triunfo electoral de su correligionario y más tarde su jefe y promotor político, Carlos Salinas de Gortari.

Claro, ha corrido mucha agua bajo el río desde el lejano 1988. Hoy, Bartlett se inscribe, también con todo, en la causa de la cuarta transformación. Está más que identificado con las causas que impulsa el presidente López Obrador. Al menos eso dice. La reforma eléctrica, dicen quienes saben, es incluso de la autoría de Bartlett Díaz. Que es un político experimentado, no hay duda alguna. También es un hombre culto. Lo conocí y traté hace años. Incluso lo entrevisté en unas oficinas donde despachaba en Ejército Nacional. Bartlett Díaz es además astuto, tanto como para pasar de una tolda política a otra y otra y siempre hacerlo por todo lo alto. Eso no se le puede negar. Hoy tiene el respaldo total de López Obrador. Eso no es fácil y mucho menos para alguien señalado de tantas cosas negativas, entre ellas y para iniciar su co-autoría del fraude de 88, y más recientemente de poseer una fortuna inmobiliaria, así ésta se le adjudique a su pareja sentimental de más de dos décadas, y aún de los vínculos de su hijo con contratos impugnados y aún sancionado por negocios  jugosos con el sector público bajo la influencia del poder.

El hecho es que el viernes pasado, 15 de octubre, puso la reforma eléctrica en color rojo intenso, al grado de que el líder de Morena en la Cámara Alta, Ricardo Monreal, lo reconvino para que actuara con recato y prudencia. No fue cosa menor el llamado monrealista.

Bartlett Díaz, arropado por el poder presidencial, trazó la línea estatista en defensa -dijo- de la reforma eléctrica, aun y cuando se abra un margen a la participación privada en la generación y distribución del fluido eléctrico.

Acusó a los privados en el negocio de tener la ganancia de dinero como su “leit motiv”. En consecuencia, señaló, la reforma eléctrica es fundamental para garantizar que el Estado suministre electricidad barata para el pueblo, el argumento esencial de la 4T.

Consideró además “insostenible” que los intereses de las empresas privadas, como Iberdrola, imperen sobre una visión social de la electricidad, y dijo que el Estado requiere intervenir para contener a los empresarios del sector privado que son poderosos y alientan un esquema que resulta insostenible, caótico y expoliador.

Expuso que cuando se trata de un servicio público esencial no es posible estar en manos de los intereses privados, que tienen como único propósito ganar dinero.

Más aún, y en lo que seguramente fue música para los oídos del presidente, Bartlett Díaz insistió en que el estado es la única garantía del pueblo de México, porque depender del sector privado hace que los mexicanos queden “totalmente desprotegidos”, e impiden una visión integral del sector eléctrico. Esto lo hace el Estado, no los privados, ratificó.

La reforma, dijo, del presidente López Obrador tiene como objetivo garantizar que el estado tome el control del sistema eléctrico nacional y lo ejerza a través de la CFE, que -dijo- está plenamente capacitada para surtir la electricidad a todo el país, porque ese es el interés de nosotros, no ganar dinero. El estado es el responsable del país y toma el sistema y lo operará a través de la CFE.

Añadió que se acusa con cinismo y frivolidad al gobierno de estar en contra de las energías limpias, pero aseguró que la transición es cuidar y tener cada vez menos uso de hidrocarburos. Es falso que se diga que se pondrá fin a la transición energética, dijo.

La reforma alienta una política de transición en materia energética, conforme a las instrucciones del presidente López Obrador, subrayó.

Bartlett Díaz también aludió al litio, que consideró un mineral clave para ir al desarrollo moderno.

E insistió que el litio es fundamental para el desarrollo de la transición y si el Estado permite que se lo lleven los privados, México perderá un mineral clave para lograr una verdadera transición, no negocios.

Recordó que en 1994, se consumieron seis mil millones de toneladas de litio y en 2020, 95 mil millones de toneladas.

Ah bárbaro este señor Bartlett Díaz, cuyas argumentaciones para justificar que el Estado asuma el control de la energía eléctrica, única garantía en su opinión de arrebatar un negocio a empresas privadas cuya finalidad absoluta es hacer dinero. Y esto, que conste, lo dijo un hombre señalado por su inmensa riqueza inmobiliaria, quien esta vez habló de la opción preferencial por los pobres de este país. ¿Curioso, al menos, no?

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@RoCienfuegos1