Vaya margallate que se suscitó esta semana en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), que encabeza el rector Adolfo Pontigo Loyola.
El lío, por cierto muy extraño y hasta sospechoso en el contexto políticamente sensible que vive Hidalgo, surgió cuando los estudiantes se pronunciaron en contra del aplazamiento del reingreso escolar, originalmente previsto por las autoridades universitarias el 7 de febrero, ante el cambio de semáforo epidemiológico en el Estado, que pasó de verde a amarillo el viernes cuatro de febrero con base en directrices federales.
Como suele ocurrir en las casas de estudio del país, que atienden y albergan a miles de estudiantes, jóvenes, embravecidos, exigentes la mayoría de las veces, los conflictos surgen de la manera más inesperada y por supuesto, imprevista, muchas veces al calor de intereses inconfesables. En este caso también llama a dudas la reacción estudiantil a una medida acertada de prevención y protección de la salud de los estudiantes, que se aprestan a regresar a los salones de clase.
Se sabe que no es cosa fácil lidiar con jóvenes. Lo saben mejor maestros, académicos y todos aquellos vinculados de algún modo con la juventud del país, que como la de cualquier otro, siempre resulta enjundiosa, e irreflexiva en ocasiones.
En el caso de los jóvenes universitarios que el último fin de semana anticiparon protestas y aún la convocatoria a una huelga contra la UAEH, la movilización y protesta sobrevinieron como una reacción, airada y poco afortunada por supuesto, ante el cambio de planes de las autoridades universitarias, que comanda el rector Pontigo Loyola.
De última hora, es cierto, las autoridades de la UAEH dieron marcha atrás al regreso presencial establecido el siete de febrero a las aulas de la máxima casa de estudios del Estado de Hidalgo, cuyo emblema son las garzas. La medida, lejos de caprichosa, atendió la imperiosa necesidad que aún persiste de prevenir e impedir la propagación del Covid-19, que tan funestos saldos arroja en el país entero y por supuesto en Hidalgo.
La decisión, adoptada con base en las recomendaciones sanitarias de carácter federal, encendió al parecer de súbito los ánimos estudiantiles, que se hicieron patentes hace un par de días en la Torre de Rectoría de la UAEH, con bloqueos carreteros. Los reclamos de la muchachada se multiplicaron, con llamados incluso al rector Pontigo Loyola para que diera la cara. De hecho y atento a los reclamos del alumnado, Pontigo Loyola dialogó ayer por más de dos horas con ellos. No rehuyó el encuentro para explicarles una vez más los motivos del aplazamiento al retorno a clases presenciales. No obstante, rehusó con firmeza dar una disculpa, exigida por los estudiantes. De parte de él no hubo error, expuso. Cierto.
¿Cómo que siempre no habrá clases? Fue la pregunta de miles de estudiantes hidalguenses, no sólo de Pachuca, sino mayoritariamente de otros municipios de los 84 hidalguenses y de otras entidades. Y es que la máxima casa de estudios hidalguense, como epicentro académico del Estado, atiende no sólo a los estudiantes de Pachuca, sino que llegan a ella -insisto- de otros municipios y aun entidades del país, lo que implica gastos económicos importantes para las familias de estos muchachos, que al cabo de prácticamente dos años de estudios virtuales, debido a la pandemia, están más que ansiosos por la reanudación de actividades presenciales. Eso se entiende, pero resulta incomprensible que plantearan una huelga. ¿Cómo una huelga para resolver su exigencia de retornar a clases? Ilógico al menos y peligroso ante el riesgo aún existente de contagios, enfermedad y muerte.
Si bien es cierto, que el semáforo epidemiológico es una determinación de carácter federal, también lo es que las autoridades universitarias enfrentan un reto formidable en cuanto a los riesgos sanitarios que supone para su estudiantado el embate, aún vigente, del ómicron. No es cosa menor y procede la comprensión.
La UAEH está haciendo todo lo posible para garantizar un regreso a las aulas, seguro, ordenado y con el menor riesgo. Por ello, hace poco menos de un mes, el 10 de enero, la UAEH determinó la reincorporación estudiantil de manera escalonada y presencial de los estudiantes de Medicina (Cirujano Dentista y Médico Cirujano), conforme una determinación de la Comisión Institucional de Seguridad en Salud de la propia Universidad. Esto bajo el protocolo Institucional de Seguridad Sanitaria UAEH, avalado por la Secretaría de Salud de Hidalgo.
Las autoridades universitarias tienen previsto el regreso presencial a las aulas el 21 de febrero próximo, siempre y cuando las condiciones sanitarias por la pandemia no empeoren. Es una medida sana, preventiva y sensible. Esto a diferencia del planteamiento de una huelga contra la casa de estudios, inexplicable insisto y que pudiera estar motivada políticamente cuando el estado se enfila a una competencia electoral que se anticipa reñida, y en la que más de 65 mil estudiantes de la UAEH jugarán un papel clave, sin duda. Es claro que a alguien le interesa atizar el avispero en la máxima casa de estudios hidalguense. Bien por impedirlo.
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@RoCienfuegos1