Se desvencijó Alito

Si, deben estar felices en Palacio Nacional luego de que el tristemente famoso “Alito”, acompañado por su mayor socio en la Cámara de Diputados,

se doblara ante el riesgo o posibilidad de ir a prisión, por supuesto, una vez que conforme a derecho -eso que dicen ya existe a plenitud en México- pudiera comprobarse una por una la larga lista de fechorías que se le atribuyen y que pudieron haber inclinado su ánimo y destino a favor en las últimas horas de un apoyo crucial para la llamada Cuarta Transformación, empeñada en anunciar en unos días la incorporación de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa.

Pero nada, adiós al compromiso de “Alito”, hecho público una y otra vez, de que sólo muerto lo callarían. Adiós igualmente a sus expresiones, hechas hace unos meses, ante miembros de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Tv, de que lo único que lo animaba en la política era servir a México con base en la fuerza de su partido, el PRI, o lo que quedaba de él, casi nada a decir verdad. Ahora mucho menos.

Adiós de nuevo a aquello de que él constituía un baluarte de la oposición y adiós, de igual forma, a sus expresiones de que Morena estaba de salida ante el retorno del PRI. De risa, si no fuera porque fueron compromisos hechos de viva voz por el presidente nacional del PRI, el ex gobernador de Campeche, el diputado “Alito”. 

Vaya derrumbe para un político que pareció serio cuando me lo topé hace tiempo en un desayuno con miembros de la Confederación Nacional de Propietarios Rurales, muchos de ellos militantes priistas, entre ellos el veterano Salomón Faz y Federico Reyes.

A algunos aún nos parece inconcebible que los políticos, entre ellos varios no poco prominentes en la vida pública del país, mientan con tanta facilidad. Y no es que haya ingenuidad en apuntar esto, sino que observamos la política y creemos en la política como un ejercicio de honestidad básico, como un compromiso de servicio público y, más aún, a favor de la construcción del país que requerimos cada vez con más urgencia, esto último debido en buena parte ante la ausencia crecientemente notable y desde hace años, de políticos serios y comprometidos, al menos.

Así que esta vez, una vez más, pudo más el interés y aún el temor personal, a los que los políticos casi siempre dicen que renuncian, que el interés superior de una causa y, por supuesto, el interés supremo nacional. En el camino, el presunto líder se desvencijó. No soportó la presión del poder instituido y se supo más que vulnerable por actuaciones públicas que muy probablemente lo habrían desnudado y expuesto a riesgos mayores.

Ganaron en Palacio Nacional. Asestaron un golpe político maestro a favor de la causa, aun cuando perdió la justicia y avanzó la impunidad, esa misma que dicen que ya no existe en estos tiempos de presunta transformación. De nueva cuenta, el fin justificó los medios como siempre en este país, que prácticamente nada importa sobre el interés supremo de los políticos y sus causas del momento.

Roberto Cienfuegos J.

@RoCienfuegos1