El por qué...

A propósito de la afección por Covid-19, la tercera, que desde el domingo a este miércoles mantiene alejado al

presidente Andrés Manuel López Obrador de su actividad presencial, uno se pregunta cuáles fueron las motivaciones, razones o hasta intereses de que su vocero, Jesús Ramírez Cuevas, haya negado el hecho.

¿Por qué dijo don Jesús que se trataba de “falsos rumores?”

¿Por qué dijo que no era cierto que esa mañana -de domingo- el titular del Ejecutivo se haya sentido mal? Se entiende que parte del trabajo de Ramírez Cuevas incluya el cuidado de la imagen presidencial. De igual forma, se comprende que tenga entre sus tareas la preservación de información, eventual y potencialmente delicada, en relación con las jornadas diarias del Jefe del Ejecutivo Federal. Es más, resulta comprensible que ante un episodio como el registrado por el presidente López Obrador en Mérida, se hagan evaluaciones rápidas y precisas sobre la información que de manera prácticamente inmediata tendrá que darse a los reporteros de presidencia y por supuesto, a la opinión pública mexicana. La salud del presidente es un tema de seguridad nacional.

Todavía más, un episodio de salud como el que enfrentó el presidente López Obrador aviva casi de inmediato una crisis en el ámbito de la información y de la explicación. No es fácil, por supuesto, hacer lo correcto y hacerlo rápido. Dicen por allí que rápido y bien no ha habido quién. Quizá la afirmación no sea siempre certera. Hay muchas situaciones en la vida de las personas, y más en el desenvolvimiento de la función pública, que obligan a un proceder impecable para impedir daños mayores y muy costosos.

Cuando el vocero Ramírez Cuevas negó que el presidente se haya sentido mal, y más aún, al momento en que aseguró que proseguía -como si nada- su tercer día de gira en Yucatán, incurrió simple y sencillamente en una mentira, algo muy grave para un funcionario de su nivel y responsabilidad.

De allí que vuelva uno a preguntarse: ¿Pues qué pasó? ¿Desconocía Ramírez Cuevas la situación real sobre la salud del presidente? ¿Quiso minimizarla? ¿Fue mal informado él mismo? Cabe esta última pregunta porque hasta donde se sabe, él no acompañaba esta vez al Jefe del Ejecutivo Federal.

¿Qué pasó realmente para que don Jesús incurriera en una mentira, o al menos, en una falla delicada en su responsabilidad de informar? 

Bueno, hasta el mismo presidente desmintió a su vocero a través de un tweet que ya conocemos sobradamente. López Obrador confirmó en esa red social que por tercera vez contrajo el Covid-19. Aseguró que su corazón se encontraba al ciento por ciento y dijo que pronto reanudaría su actividad.

Después vino una lluvia de versiones, especulaciones y reacciones, que el titular de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, englobó en el concepto de “intrigas de sus adversarios”, durante la primera matutina que ofreció esta semana en Palacio Nacional.

Ayer, al retomar el tema, López Hernández, dijo que quienes propalaron ese tipo de versiones y falacias viven “con el alma podrida”. En fin.

Pero lo que permanecerá en duda son los motivos que llevaron al vocero presidencial de la 4T a incurrir en una mentira sobre el estado de salud del presidente López Obrador. ¿Por qué?

Hasta ahora, don Jesús ha guardado silencio.

Roberto Cienfuegos J.

@RoCienfuegos1