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El Zócalo de la Ciudad de México será una vez más mañana sábado uno de julio el espacio para la fiesta, celebración, huateque, el jolgorio, y aún la apoteosis de la 4T.
Esto conforme a la invitación hecha por el presidente López Obrador para que los mexicanos que así lo deseen se unan a Él, eso dijo, en un festejo por los cinco años del triunfo electoral que lo instaló en Palacio Nacional tras una brega prolongada y azarosa, pero nunca claudicante porque después de todo jamás es tarde si la dicha y el poder son buenos.
Será sin duda una enorme concentración de personas, muchas de ellas convencidas de las bondades de los cinco años transcurridos desde la instauración de la 4T.
También y seguramente se congregarán otras muchas personas que, al margen y aún en contra de sus ideas y pensamientos más íntimos, serán trasladadas desde los rincones más ignotos del país al Zócalo para que gobernadores, senadores, diputados, alcaldes, dirigentes, y activistas de toda laya cumplan la cuota de participación so pena de caer ellos mismos en desgracia con su caudal de consecuencias para los remisos, reacios o rebeldes.
Se prevé igualmente la participación de “las corcholatas” de Morena, por estos días y aún las semanas siguientes, afanosas por impedir a toda costa el mínimo traspié, que pudiera mellar el ánimo del destapador en suerte. Estarán allí, claro, con la condición de mantenerse como testigos de piedra de un evento para vanagloriar al único, indiscutible, líder absoluto y fundador de la Cuarta Transformación.
Las seis “corcholatas” no podrán en consecuencia descoser el evento para su beneficio proselitista a través de porras, arengas y/o proclamas. Nada de eso. Si así fuera, cuidado. Se haría sentir la furia del titán político, al que le deben todo, ahora y más todavía una vez que se conozca lo que diga su dedito. Así que sobre advertencia no hay engaño porque está claro que guerra avisada no mata soldado.
Es previsible una apoteosis total en la gigantesca plancha del Zócalo de la Ciudad de México, donde se concentrarán todas las criaturas actuales y futuras del hombre que encarna a la patria, la nación y el pueblo, la triple trinidad en una sola persona, según proclamó en febrero del 2022 la bancada de Morena en el Senado.
A propósito del Senado, dé por descontada la presencia del hombre capaz de convertirse, quién sabe si por arte de birlibirloque, en nada, antes que traicionar a la figura que según sus más preclaros panegiristas México ha tenido la suerte de merecer en el último quinquenio, quizá asociado a la creencia generalizada de que no hay quinto malo.
En este jolgorio, y qué digo jolgorio, en esta efeméride sabatina, el país entero deberá hacerse espacio para escuchar la palabra o el verbo que dicen fue el principio.
El sábado, mañana pues, también podrá demostrarse, hacerse patente y evidente que México ya cambió y que ya nada es como antes porque llegó por fin “el diferente”. Que México vive un tiempo estelar bajo las consignas del supremo. “No mentir, no robar, no traicionar” como ha sido en este tiempo luminoso que se pretende prolongar para la salvación incondicional del pueblo bueno y sabio, el único que da y quita.
Pero sobre todas las cosas se hará la luz para que México sepa quién manda aquí y ahora, y aún después del ahora, para que no quepa el menor atisbo de duda del formidable poder acumulado, ejercido sin ninguna coma, más el que siga acumulándose y ejerciéndose sin otro norte que hacer del poder una virtud eterna si esto fuera posible, y si no, también, porque todo cabe en Morena sabiéndolo acomodar. Ah, estos tiempos nuestros de cada día. ¿Y el país? Bien, requetebién. Como nunca. ¿Niéguelo?
Roberto Cienfuegos J.
@RoCienfuegos1