Es probable que el asueto del último fin de semana, un fruto de los tantos que dejó la Revolución del 10 en nuestro
país, me haya alienado al extremo de imaginar cosas tan absurdas como peligrosas en materia política. Me explico. Imaginé cumplida la publicitada meta lópezobradorista, abrazada de inmediato por la precandidata presidencial de Morena, la Doctora Claudia Sheinbaum, de tener “carro completo” en el ya inminente 2024.
Como un ejercicio propio de la mente, más que de los sentidos, imaginé que la misma noche del dos de junio próximo, la doctora -sí, en primer lugar ella, por supuesto- y el presidente López Obrador -que ya para entonces se supone estaría en condición de rey muerto- confirmarían con algarabía, necesariamente histórica, el triunfo avasallante, total y arrasador de la Cuarta Transformación en la jornada electoral de ese domingo, otro hecho sin precedente en la historia patria cuando se ratificara si hiciera falta el triunfo del lado correcto de la historia y la derrota moral de la derecha, faltaba más.
Más tarde, pero necesariamente ese primer domingo de junio, también tocaría el turno a la presidenta del Instituto Nacional Electoral, Guadalupe Taddei, para hacer una aparición en cadena nacional -espero- a fin de ratificar que la 4T se llevó todo, presidencia, congreso federal y las nueve gubernaturas en juego, incluyendo la Ciudad de México. ¿Dudas? Muchas menos ahora que el Frente Amplio por México parece correr la suerte de las barcazas y yates de Acapulco entre el 24 y el 25 de octubre pasados.
Imaginé el discurso de la Doctora, del presidente y aún del líder nacional de Morena, Mario Delgado, convertido en un genuino prócer en esas horas de color guinda intenso, para agradecer mucho más que profundamente al pueblo noble y sabio su inteligencia electoral absoluta, con lo que habrán enviado de una vez y para siempre al basurero de la historia a la pobre oposición pobre. Se ratificaría que el pueblo es mucha pieza, sobre todo cuando otorga votos.
En esas circunstancias políticas, la Doctora seguramente estaría sintiendo el paroxismo de su inmarcesible gloria al convertirse o ¿sería mejor decir transformarse? en la primera mujer presidenta de México, fiel a sus convicciones de que es el tiempo de las mujeres.
Y el presidente, el presidente López Obrador estaría seguramente desde su palco de honor en Palacio Nacional festejando por todo lo alto la hazaña de desterrar y para siempre a la odiosa oposición, que podría anticipar su extinción por convenir así a los supremos intereses de la patria. Si, aniquilada la exangüe oposición, pues para qué seguirla manteniendo. Sería mejor y de una buena vez sepultar a la oposición, el sueño más delirante de la 4T, que argumentará que de nada sirve al país una runfla de políticos vulgares y ambiciosos que sólo tienen un pasado corrupto y neoliberal. Esto con excepción de aquellos que se decían opositores y militantes incluso del FAM, pero que, en un momento extraordinario de lucidez, perspicacia e inteligencia política, decidieron incorporarse al único movimiento político impoluto, patriótico y aún encarnado en la historia patria de México por aquello de patrocinar la cuarta transformación después de la Independencia, la Reforma y la Revolución.
De esta forma y en particular tras este triunfo arrollador e histórico, lo único que faltaría sería buscar los epitafios adecuados para que los partidos de oposición fueran sepultados en el panteón de la ignominia por apátridas, corruptos, y fachos.
Pronto transformaría Morena este triunfo en la victoria de la Santísima Trinidad al conjuntar en una sola persona los tres poderes del país. Imaginé cómo sería el México de esta santísima trinidad, integrado por el ejecutivo, el legislativo y por supuesto el judicial, éste último con prohombres como Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Podría entonces ratificarse la voluntad divina en México y se acabarían los disensos, las críticas y el ruido que todo lo entorpecen. Entonces sí podría consumarse con una fe absoluta la mayor heredad política de la que haya memoria en México. ¿Pri, Pan, Prd? Para qué si todo cabe en Morena sabiéndolo acomodar. ¿O no?
Roberto Cienfuegos Jimenes
@RoCienfuegos1