Resulta curioso escuchar muchas veces que nadie acaba de conocer al otro. No al menos del todo, agrego.
Viene la frase a propósito de la lectura, que terminé justo antes de redactar estas líneas, del libro escrito por mi amiga y colega, Norma Inés Rivera: María García Esta soy yo, recién llegado a mis manos.
En efecto, a María García, la primera reportera gráfica de México, la conocí un día del año 1979. Sumados los años de entonces acá, es claro que este encuentro afortunado con María ocurrió hace más de 40 años. No sólo la conocí en su estudio de Morelos y Bucareli, una esquina hoy convertida en un presunto estacionamiento vehicular, desde que se vino abajo el edificio que ocupaba ese predio con el terremoto del 19 de septiembre de 1985, sino que pronto compartí días y labores en ese espacio hoy sólo preservado en la memoria de quienes lo conocimos.
El libro de Norma, mi amiga desde hace más de tres décadas, me dio nuevas luces de María, a quien ahora conozco mucho mejor, pero quizá tampoco del todo.
Cuando conocí a María la primera vez -hay que decirlo, ahora que la conozco por segunda ocasión gracias al libro de Norma Inés-, me incorporó a su estudio en Bucareli y Morelos, justo frente al famosísimo café La Habana. Tenía algunos datos de María, sabía que era fotógrafa y esposa nada menos que de don Héctor García, (epd), el fotógrafo que hizo historia y que el poeta español exiliado en México, León Felipe, consideró “un ladrón del tiempo, porque capturaba los instantes en sus fotografías”.
Gracias a Norma -insisto- conozco mucho mejor hoy a María, fotógrafa, modista de alta costura en algún tiempo, compañera de Héctor García por más de 50 años, madre de Héctor, Yuri y de Amparo, aun sin ser la mamá biológica de ésta última.
María es hermana también de Jorge García un general del Ejército mexicano, a quien conocí cuando yo era adolescente y vivía con mis padres en un sector cercano a la sede todavía hoy de la Defensa Nacional.
Recién conocí a María hace más de cuatro décadas, me hizo adquirir una cámara, que conseguí en las calles de Donceles, muy cerca de la hoy sede del Congreso de la Ciudad de México. Era una cámara de segunda mano, rusa, de la marca Zenith. Pesaba bastante, pero sería útil para disparar muchísimas veces el botón obturador. María García me dio algunas lecciones de revelado y me compartió su amor por la fotografía, que entre muchas otras gráficas, proyectaba aquellos años con lo que llamaba “marigrafías”, en cuya producción empleaba diversos materiales naturales, a fin de generar imágenes caprichosas y atractivas, que hoy me entero fueron reconocidas en diversas partes del mundo, pero especialmente en Francia.
De María y Héctor García, un ícono de la fotografía mexicana, tengo recuerdos gratos. En 2007 Norma Inés Rivera también escribió y publicó el libro “Pata de Perro. Biografía de Héctor García”, bajo el sello del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
Al conocerla y casi como pitonisa, María García anticipó que mi estadía a su lado sería breve. Así fue. Parte de mis tareas como su ayudante incluían la recolección semanal de las revistas Siempre y Revista de América, ésta última dirigida por don Gregorio Ortega (qepd). A la hermana de don Gregorio, Lupita, -quien administraba la oficina sede de esta publicación en el número 99 de las calles de Edison-, un día le solicité me ayudara a concretar una entrevista con su hermano.
Se llegó el día, entusiasmado y con una enorme expectativa toqué a la puerta del despacho de don Gregorio. Lo hallé tras una montaña de papel en su escritorio, sentado en un sillón encaramado sobre una cátedra. De ojos vivaces y escudriñadores, don Gregorio tenía a la mano un vaso “old fashioned” y cerca una botella de whisky. Conversamos.
Cuando crucé por el monumento a la Revolución rumbo al estudio de María García, me sentí insuflado. Luego caí en cuenta del compromiso que había contraído. No fue el mejor momento, pero como pude hice mi primera entrega, que tras una corrección radical, vi publicada en Revista de América. Había iniciado mi camino periodístico.
Hoy, al leer María García. Esta soy yo, me vinieron tantos recuerdos de aquella época, pero sobre todo agradezco a Norma Inés por dejarme conocer mucho mejor a esta fotógrafa tan destacada a cuyo lado inicié mi peregrinar periodístico. Gracias, Norma, gracias María.
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@RoCienfuegos1