Parecería lógico y normal, pero por increíble que parezca no lo es en México, donde hay más madre que padre y donde
Sólo después de una lucha histórica, habrá una mujer como titular del poder ejecutivo federal del país a partir del uno de octubre próximo. Esto sin duda será un hecho muy relevante de la contienda que recién comenzó el viernes uno de marzo y que concluirá el 29 de mayo próximo, un tránsito que pudiera resultar todo, menos aburrido. La hermandad será una prueba y ojalá que no se raje. Es casi seguro que observaremos mucha agua correr debajo del río antes del tres de junio. Así que debemos estar atentos y participativos como nunca antes.
Estamos a las puertas sin duda de un cambio histórico, al margen de quien reciba la confianza el dos de junio próximo para regir los destinos de México. Se dice fácil, pero sólo un recuento histórico arrojaría luces infinitas de lo ocurrido en nuestro país para que un hecho así pudiera registrarse.
Establecer incluso la fecha del inicio de este trajinar por la reivindicación política de la mujer mexicana plantea en sí un reto secular. Fue apenas en octubre de 1953, en el sexenio de Adolfo Ruiz Cortines, cuando se reconoció que las mujeres mexicanas podían votar a nivel federal, pero también participar para ser elegidas como candidatas a un puesto popular. Esto, que se resume en unas líneas, es prácticamente increíble, pero forma ya parte de nuestra historia política y cívica.
¿Qué ocurrirá en México con una mujer presidenta? Una ex dirigente social y más tarde diputada federal solía decir al respecto: “las neuronas no tienen sexo”. ¿Será? Pronto lo veremos.
El dos de junio cerrará un capítulo clave de la historia política de México, al llegar a su término el poder presidencial masculino y el inicio de una etapa nueva e inédita: una mujer al frente del poder ejecutivo federal. Será un impresionante cambio cultural en un país como el nuestro, y un golpe ojalá demoledor sobre la ancestral cultura política patriarcal. Esperamos que esta vez, con una mujer en la presidencia, nos vaya a toda madre.
Roberto Cienfuegos J.
@RoCienfuegos1