Si la autodenominada Cuarta Transformación se ha valido, en el discurso claro, de proclamarse en cuanta ocasión
puede hacerlo de constituir un rotundo revés a la época del neoliberalismo en México, él y los candidatos de la oposición, están echando mano en el caso de la Ciudad de México de arrostrar el prolongado predominio de la así llamada izquierda política en la capital del país, en lo que pinta un “chocolate amargo” para quienes desde 1997, 27 años, asumieron el ejercicio gubernamental capitalino.
De allí incluso que los hoy gobernantes de la 4T hagan notar a los electores de la capital y del país todo, que las elecciones en puerta plantean la decantación por uno de los dos proyectos, diferentes, contrastantes. Uno, el que ellos encarnan y representan y que presuntamente se identifica con las políticas de izquierda, que suponen inherentemente progresistas, de avanzada y aún de vanguardia; la otra vía -según ellos- sería el retroceso, y aun la revitalización de un pasado prácticamente siniestro que nadie en su sano juicio querría repetir para la Ciudad capital y el país entero.
Y sin embargo, al margen del maniqueísmo evidente de este enfoque o “análisis”, cada vez resulta más claro que la vida política de las naciones y ciudades, ni siquiera de las personas, puede reducirse, acotarse o “explicarse” de manera cabal en este esquema dual, mucho menos cuando la denominada izquierda mexicana se encuentra a años luz de haberse constituido en un bloque político-programático consistente a lo largo de los años. Por el contrario, cualquiera observador y no se diga más en el caso de los teóricos o estudiosos de la izquierda mexicana, sabe que esta corriente política-ideológica ha dado tumbos a lo largo de su conformación e historia, tantos que pudieran describir la figura permanente de un serpenteo que ni siquiera ahora -bajo la égida del obradorato- ha podido constituirse en un bloque homogéneo y mucho menos consistente con la solidez de los principios que la definen en general. Más bien, muchas prácticas de esta izquierda en el poder se inscriben en el más agudo pragmatismo, al grado de marcar y evidenciar una intensa oscilación entre izquierdas y derechas.
Tampoco ha ocurrido -hay que admitirlo- con la corriente política identificada de derecha. Es más, sería tarea difícil establecer la propia existencia de una derecha unificada, coherente y aún programática, si bien ha habido intentos serios a lo largo del tiempo. Cuando Manuel Gómez Morín en septiembre de 1939 convocó a la fundación del PAN se invitó a la creación de un partido que propugnaría la actividad cívica organizada y permanente, y que integró en su seno a corrientes de centro y hasta de ultraderecha. Así que en la política mexicana nadie ha resultado por lo menos hasta ahora en un ente químicamente puro.
Este prolegómeno para poner en claro que cuando los políticos hoy de tendencias políticas opositoras entre sí, -izquierdas y derechas- hablan como si fueran bloques conceptualmente definidos y aun pragmáticamente meridianos, pues incurren en un reduccionismo absoluto que se entiende más como una forma de desacreditar al adversario que de señalar lo prístino de su plumaje.
Esto fue algo de lo que pudo observarse durante el segundo debate entre la y los candidatos al gobierno de la Ciudad de México con miras a las elecciones del dos de junio próximo. Salomón Chertorivski, claro, pudo meterse entre los palos con sus propuestas y respuestas.
Pero gracias a las embestidas que se turnaron casi de manera alternada en diferentes momentos la candidata del oficialismo -izquierda según esto- Clara Brugada, y su retador, - de la alianza partidista- Santiago Taboada, fue claro que el ex alcalde de la Benito Juárez hizo gala en sus intervenciones de poner en claro que el tiempo de la izquierda al frente de la Ciudad de México llegará a su fin en junio próximo tras un largo periodo de 27 años en el gobierno capitalino. “Vamos a ganar” y “ya se van”, fueron dos frases constantes de Taboada a lo largo del debate de 90 minutos.
No sólo eso. Taboada utilizó el argumento de la larga permanencia en el poder de la izquierda que presuntamente representa su rival Brugada, para subrayar que en todos esos años esta izquierda no ha hecho nada para resolver por ejemplo, el acucioso problema del agua, hoy en una etapa de agravamiento, no sólo por la escasez del líquido, sino por su contaminación y la pérdida cotidiana por las fugas que dejan ir hasta el 40 por ciento del vital elemento. La crisis del agua contaminada en la alcaldía Benito Juárez fue oro molido que sirvió a Taboada para disparar sus dardos más letales, entre ellos el de llamar opaca a Clara.
Curioso. Así como los funcionarios de la 4T, con el presidente López Obrador a la cabeza, encaran con toda enjundia a sus adversarios del PRIAN, el haber prohijado por casi 40 años el neoliberalismo económico, los “PRIANISTAS” atizan sus críticas contra quienes en 27 años -sostienen- poco o nada hicieron a favor de resolver problemas como el del agua y otros tan graves como la corrupción. Y allí ambas partes se dan un genuino quien vive.
Ante esos señalamientos, la señora Brugada poco o nada pudo argumentar. Después de todo es cierto que la izquierda política del país irrumpió con singular fuerza en 1997, cuando Cuauhtémoc Cárdenas como abanderado del PRD, se alzó como el primer gobernante surgido de elecciones en la Ciudad de México.
A partir del ascenso y ejercicio de gobierno en 1997 de Cárdenas, un político considerado de izquierda, la Ciudad de México es llamada el bastión número uno de esta nomenclatura política.
Por ello, el domingo 21 de abril, Taboada soltó a Brugada: “Tu eres la que has hecho negocio en Iztapalapa vendiendo durante 9 años el agua de las pipas en vez de hacer el reparto gratuito”. También la acusó de hacerse omisa al desatender el problema del agua porque nunca ha sido prioridad de su partido Morena para resolverlo durante 27 años en que ha gobernado la Ciudad. ¡Kaput! El tiempo no perdona nada. Veremos que pasa en mayo, en el tercer y último debate entre quienes aspiran a gobernar la capital del país. Algo seguramente va a pasar.
Roberto Cienfuegos J.
@RoCienfuegos1