La vida en un minuto “..¿Dios mío qué hicimos?”, clamor general, se paralizó el palpitar de las ciudades, la de México, que trajo la imagen de 1985, convulsión, confusión, tragedia y la alarma sísmica apenas si se escuchó, todos buscaban explicación, casi nadie la daba.
Eran las 13:14 pm, apenas dos horas antes se había realizado el simulacro sísmico, todos colaboraban, algunos bromeaban “y si se de verás tiembla”, encontraban respuesta: “cálmate qué eres mago”, sin imaginar que dos horas más tarde llegaba el sismo de 7.1 en la escala de Richter, nadie, pero nadie tuvo tiempo de nada, apenas de dar unos pasos, los edificios parecían gelatinas, el suelo ondulaba, todos buscaban ponerse a salvo
Estando en la Confederación de Trabajadores de México (CTM), ese edificio construido en los tiempos del histórico líder Fidel Velázquez hace más de 40 años, en el cuarto piso del mismo, no hubo tiempo de nada, apenas alcanzamos la puerta, resultaba difícil sostenerse de pie, crujían las estructuras, caían pedazos de cemento, plafones, tronaban los vidrios, polvo al interior, pero los trabajadores reaccionaron con calma, sin estar ausente el nerviosismo, las crisis, el llanto, en esos momentos vino a la mente los familiares, los hijos, todos, nadie escapó a eso
Dentro de todo, la evacuación fue segura, ningún herido en ese edificio emblema del movimiento obrero organizado, en los edificios de enfrente, parecían gelatinas, parecía que se desplomaban, este columnista observaba, le costaba mantener en pie, estaba platicando con el líder del Sindicato Nacional Revolucionario de Transportistas y subsecretario de Transporte de la CTM, Juan Carlos Flores Flores y Tomás Flores, apenas alcanzamos la puerta, ni por escaleras, ni por elevador, veíamos a trabajadoras llorando, con crisis nerviosa, las tratábamos de calmar, todo era confusión, polvo, gritos, nadie acertaba a dar explicación
Afuera, toda la gente, trabajadores, turistas, vendedores, la plaza del Monumento a la Revolución se convirtió en resguardo seguro, había fuerte olor a gas, llegaron bomberos controlaron, la gente buscaba lugar seguro, ahí apareció el líder de la CTM, Carlos Aceves del Olmo, llamó a sus integrante del Comité Nacional, ahí estaban Gerardo Cortés, del sindicato de Bimbo y de Harineros y Panificadores, Armando Báez, del sindicato de Ejecutantes de Música, Juan Carlos Flores Flores, Arturo Contreras, entre otros, les dio instrucciones, tranquilo desde su vehículo apostado en la calle de Vallarta.
Ahí permanecía firme la estatua de casi 3 metros de Fidel Velázquez, no se movió, permaneció incólume, al pie de la CTM, platicamos con Gerardo Cortés, nos comentó que los trabajadores reaccionaron bien, con clama, no hubo heridos y contra la naturaleza no hay nada que hacer, más que seguir con una cultura de prevención, no hay de otra. Aquí funcionó bien el protocolo, aseguraba.
Nos acercamos con el líder de la CTM, Carlos Aceves del Olmo, le preguntamos la impresión del sismo, nos dijo: “…me tocó en el piso 16 de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social de Avenida Reforma; pero estoy bien”, luego agregó que instruyó que no hay actividades el día 20 y no se sabe cuántos días más, pero aseguró que todos los actos y reuniones quedaban suspendidas, entre ellas, una salida al Estado de Sinaloa, donde tendría este jueves una reunión con la Federación de Trabajadores de esa entidad, “..por el momento se cancela todo”.
Gente que caminaba buscando la ruta para llegar a sus casas, todos con celular en mano, la mayoría sin señal, llegaban a cuenta gotas informes de que el epicentro había sido entre Puebla y Morelos, que había derrumbes de edificios en la Ciudad de México, por Narvarte, Portales, Villa Coapa, que Xochimilco con sus canales parecían olas de mar, de playa, la confusión reinaba, todos buscaban respuestas, sólo encontraban informes parciales, la desesperación estaba presente, el tráfico era un desastre, todos querían llegar en su auto, el metro convulsionado, no sería fácil llegar al destino.
El comentario: “..la alarma ni se escuchó”, decían unos choferes de una camioneta procedente de Oaxaca, restaurantes sin luz, sin servicio, algunos sí con mucho arrojo daban servicio a sus comensales, hoteles evacuados, gente descalza, el palpitar de la ciudad quedó paralizado, la tierra cobró otra reacción y algunos decían: “..esto es por el cambio climático”.
Salimos a hacer un recorrido, emprendimos por Avenida Reforma, estaba convulsionada, en la glorieta a Colón, trabajadores del hotel Fiesta Americana, improvisaban lunch para los huéspedes, les pedían que se formaran, traían agua, pan, lo que encontraban, el inmueble estaba evacuado, al igual que cientos de edificios sobre esta emblemática vía de comunicación.
Caminamos por la calle de General Prim, gente y más gente, seguimos por calle de Morelia, ya en la colonia Roma, en el trayecto los comentarios, la angustia, la desesperación, viendo edificios cuarteados en sus fachadas, evacuados, llegamos hasta el parte Pushinski, la gente estaba apostaba en grupos, solos, más allá ya puestos de socorrro de la Cruz Roja, atendiendo personas con crisis, pasamos por los complejos hospitalarios en la colonia Doctores, como el Hospital General de México, nos vino a la mente aquel septiembre de 1985, cuando como reportero del original Heraldo de México, nos tocó narrar la caída de edificios, de cómo la gente reaccionaba, se organizaba, las ambulancias iban y venían, conductores desesperados en interminable tráfico a punto de atropellar gente, utilizaban hasta los carriles del Metrobús, no les importaba sólo querían llegar con los suyos. Patrullas del Ejército, de Policía, iban y venían.
Reporteando, edificios dañados, sus moradores fuera de ellos, por temores, por otro movimiento, una señora rezaba, otros confusos sin rumbo fijo, pasamos por el Centro Médico Siglo XXI, veíamos a los hombres de blanco, médicos, enfermeras, camilleros, enfermos en camillas y con suero evacuados, algunas áreas sin luz, había desolación, nadie acertaba a dar respuesta, pero al parecer sin novedad a diferencia de 1985.
“…¿Qué hicimos Dios mío?”, rezaba una señora, apenas el pasado 7 de septiembre y otra vez, se preguntaba: ¿qué está pasando?, otros la veían, unos más escuchaban y continuaban su camino, para para entonces cerca de las 16 horas, ya había grupos que se habían organizado con lo que tenían a la mano, los informes extraoficiales seguían fluyendo en las redes, qué en Morelos hay personas muertas, que en Puebla hasta una Iglesia se cayó, todos en las redes, buscando contestación de sus familiares, amigos, conocidos, poco a poco se restablecía la comunicación, la señal del celular.
Llegó la noche, ya había ciudadanos ofreciendo agua a la gente que pasaba, otros sanwich, alimentos, la reacción de jóvenes, niños y adultos empezaba a concatenarse, mientras ya entrada la noche, algunos clamaban “¿qué ya no tiemble?, noche larga, para muchos, noche de sobresaltos para otros, noche sin amanecer para hermanos, en momentos de tragedia. La ciudad se paralizó por momentos, pero está de pie y en reacción. El sismo nos puso en línea con Oaxaca y Chiapas.
DE TODO UN POCO…ISSSTE…De inmediato el director general del Issste, José Reyes Baeza, informó de los daños en la infraestructura del instituto en varios hospitales, clínicas y centros de atención de salud, por lo que se inmediato organizó a sus responsables para atener las situaciones de emergencia….CUAUHTÉMOC….El delegado Ricardo Monreal, le tocó la parte del sismo con mayor dureza, también reaccionó de inmediato y ya las brigadas trabajan hombro con hombro con los ciudadanos…COYOACÁN…El sismo pegó con furia en el Sur de la ciudad, en la delegación Coyoacán y Xochimilco, donde se derrumbó una escuela, los canales de agua se convirtieron en alta marea, solo queda el aliento de seguir trabajando, muchos buscando a sus familiares, otros ayudando, unos más de nueva cuenta dando muestra de que unidos la ciudad sigue en pie.