La serie de demandas, denuncias, presentaciones, órdenes de aprehensión y juicios
contra exgobernadores, el ex director de Pemex, el presidente del Consejo de Administración de AHMSA, la encarcelación del célebre abogado de casos perdidos y desesperados Juan Collado y la prisión preventiva para Rosario Robles no dejan duda alguna de que todos los caminos llevan a un solo objetivo: el primer juicio político contra un expresidente en México.
La justicia imparcial de la 4T va cerrando la pinza para evitarle a Peña Nieto vías de escape, por lo menos a la presentación ante un juez para que explique todos los manejos corruptos que hubo en su administración y donde todos los acusados coinciden: “Se le informó al presidente Peña”.
Y tal vez por eso López Obrador aseguró que el asunto de Rosario Robles no es venganza, que ella solo es un “chivo expiatorio” pese a que sabía del desvío de recursos de la “Estafa Maestra”.
Otro camino que lleva a Peña, son los casos de Fertinal y Agronitrogenados donde el exdirector de PEMEX Emilio Lozoya, ahora prófugo de la justicia y con dos órdenes de aprehensión acusa que tanto Peña Nieto como el ex secretario de Hacienda, Luis Videgaray y el ex presidente del Consejo de Pemex y ex secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, avalaron la compra de esas empresas chatarra.
Y no podía faltar la oportunidad que aprovecha desde la cárcel el ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte “Javidú” ofreciendo pruebas a la Fiscalía General de la República, de que entregó dinero tanto a Peña como a sus colaboradores en apoyo a las campañas políticas del PRI.
No cabe duda el que con lobos anda, a aullar aprende y así, comienzan a tener sentido las palabras de Duarte del 6 de julio del 2017 cuando dijo: "Paciencia, prudencia, verbal contingencia, presencia o ausencia según conveniencia."
El caso es que las vías de escape del expresidente neoliberal se van cerrando.
Pareciera que de nada servirá ya, el presunto pacto de impunidad, el que vino luego de aquel encuentro privado entre presidente y presidente electo, del cual López Obrador salió convencido de que no emprendería una cacería de brujas en contra de su predecesor, quien tuvo el “mérito” de respetar el resultado de la elección y dejarle el camino allanado hacia Palacio Nacional y es que ahí, hábilmente López Obrador cumple con su palabra de no juzgar expresidentes por orden presidencial pero, sí por orden del “pueblo bueno y sabio”.
¿Se cerrará finalmente la pinza?
FB: Paco Ramirez
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