“Desencajado”

Hoy el periodismo en México vive un momento verdaderamente crítico. Dolorosa y vergonzante la cifra de periodistas asesinados en la

administración (50) y más aún en lo que va del año, seis en seis semanas, cuenta indignante y que nos ubica como el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo.

Homicidios que han quedado en la impunidad, en las promesas baratas y en las fiscalías de fantasía carentes de interés auténtico por resolverlos.

Esta administración se ha pasado el tiempo denostando periodistas críticos, estigmatizándolos, llamándolos mentirosos y mercenarios, colocándolos en la mira desde la tribuna presidencial.

Hoy el momento es alarmante, se llegó al punto sin retorno, con tal de acallar un escándalo, un asunto personal, se cruzó la línea, utilizando todo el poder del Estado sin importar las consecuencias políticas y sociales.

En el intento por desviar los reflectores enfocados en su primogénito, el tema escaló incluso internacionalmente  y ha ido creciendo a pasos agigantados, alimentándose de las mentiras, los tropiezos y el paso de un conflicto de interés a otro y de mayor calado.

De la Casa Gris de José Ramón y Carolyn, “rentada” a Keith Schilling, entonces directivo de alto nivel de Baker Hughes, de brinco en brinco llegamos a los contratos millonarios de esa empresa con Pemex, la aparición de Key Parthners, la asesoría legal fantasma en Estados Unidos, el empresario Daniel Chávez,  el consorcio Vidanta, el Tren Maya, salpicando al propio presidente y de paso a su hijo Andrés y los Chocolates Rocío, los más de 100 contratos al empresario en lo que va de la administración y la concesión de una playa, todo aún sin una explicación fehaciente ni creíble; y lo que falta.

Todo esto ha pegado en la línea de flotación del gobierno lópezobradorista y despedazado su bandera  anticorrupción.

Desencajado, verdaderamente enojado, desde las conferencias matutinas, visceralmente la ha emprendido contra los periodistas que a su juicio, lo han atacado, aunque al hacerlo esté violando diversas leyes, sobre todo cuando constantemente exhibe un documento con datos personales y supuestos ingresos del periodista Carlos Loret de Mola, un particular, amparado por la ley, una venganza personal, nada más y nada menos que del Presidente de la República, mientras guarda silencio sobre el espinoso tema del estilo de vida y el trabajo de su hijo en Houston

Sin que nadie ponga límites a sus excesos, ahora amenaza con hacer lo mismo con otros periodistas incómodos, para que revelen el monto de sus ingresos, en aras de una transparencia que su gobierno no ha honrado.

Este absurdo enfrentamiento está llevando al autoritarismo desde Palacio Nacional.

La ofensiva que trae el Presidente desde hace tres años incluye no solo a comunicadores, también a académicos y  sociedad civil; una campaña caracterizada por la pobreza argumentativa y que contrasta con el trato a la delincuencia organizada.

Hoy es un ataque directo a periodistas, pero la amenaza a los medios concesionados es latente y con ello a la misma sociedad ya polarizada y con riesgo de perder libertades.

Punto de quiebre sin duda, quien lo capitalizará, un presidente, “un animal político” con la mira puesta en el 2024 o una oposición que deberá articularse y aparecer