América Latina rechaza al imperialismo. México, Argentina, Bolivia, Honduras, Chile, Colombia, Brasil,
se unen a la lucha de liberación que durante años han sostenido Cuba, Nicaragua, Venezuela y varios países más en diferentes momentos
América Latina rechaza la dominación imperialista que la ha mantenido explotada, saqueada, oprimida, ensangrentada, empobrecida, atrasada, dependiente, endeudada .
América Latina rechaza las dictaduras militares y a las oligarquías instrumentos del imperialismo.
América Latina se sacude a los gobiernos corruptos y a las camarillas enriquecidas desde los presupuestos gubernamentales.
En cada país se han logrado impactantes triunfos electorales, normalmente en torno a figuras populares. Todos por la vía pacífica, aunque cada proceso ha atravesado por dolorosos caminos de violencia y represión orquestados por viejas estructuras militares y policiacas, por grupos de poder dirigidos desde Estados Unidos, por intereses sometidos a jerarquías religiosas y apoyados también por las oligarquías locales.
Son triunfos logrados como producto de largas luchas electorales, que han sido derrotadas una y otra vez y se han levantado y vuelven a conquistar grandes triunfos, hasta ahora efímeros, para volver a ser derrotados. Así ha sido durante varias décadas.
Hoy, muchos factores se conjugan en América Latina para lograr grandes triunfos electorales casi simultáneos en varios países. Estos triunfos se han logrado en claros procesos de lucha por la democracia y por algunos pronunciamientos de justicia y bienestar social, quitándoles, parcial y temporalmente el poder a los grupos hegemónicos; oligarquía, empresarios, clero, militares, órganos imperialistas, fauna de acompañamiento.
La vieja terminología política ubica a estos movimientos sociales, populares electorales y a sus principales dirigentes, como de izquierda. A muchos de sus seguidores les agrada esa filiación y más aún sentirse parte de ella.
En ese ánimo, todo el viejo conservadurismo, todos los que se aferran al poder, que se oponen a los avances sociales y a la democratización del poder, se ubican en la derecha.
Es importante hacer esta minima distinción porque resulta muy difícil encontrar elementos que pudieran lograr una clasificación política, dado que no hay pronunciamientos claros en ningún sentido.
Ninguna de las figuras politicas de esta ola democrática tiene definida publicamente una posición ideologica; nadie se declara socialista, ni comunista, ni plantean cambios que afecten al capitalismo, si acaso a algunos capitalistas, y entre lo más atrevido que llegan a señalar está el rescate de recursos naturales para dominio nacional.
Sin embargo, los grupos desplazados del poder y algunos empresarios perjudicados en el reparto indebido de beneficios, usan sus instrumentos de dominación, prensa, televisión, redes, clero, grupos de presión, para difundir rumores y asustar con el viejo fantasma del comunismo.
La vieja derecha, chantajista y manipuladora, ya ha pintado de rojo a todos los países al sur del Río Bravo y llama a defenderse contra aquellos que les quitarán toda su riqueza malhabida y sus excesos.
No podría ocultar mi júbilo por los más recientes triunfos de Meza, de Boric, de Petro, de Lula, ni dejar de señalar mi entusiasmo por las victorias de Evo, de Andrés Manuel, de Fernandez, de Maduro.
Estoy a absolutamente seguro de que esta ola democrática tiene verdaderos propósitos de bienestar y de progreso para nuestros pueblos.
También observo que detrás de estos triunfos electorales no hay nada firme. Excepto Petro, por su larga militancia, nadie construye una verdadera organización política, un partido del pueblo; todo es euforia electoral y caudillismo.
Décadas de lucha, de sufrimiento, de sacrificios llevaron a José Mojica al triunfo electoral en Uruguay y después volvió la derecha. País por país se repite la misma historia; Chile, Argentina, Ecuador, Brasil, siempre vuelve la derecha y destruye lo alcanzado,
Podría pensarse, y hay quienes lo dicen, que así debe y tiene que ser en una democracia y podrían tener razón si hubiera piso parejo, pero en cada proceso electoral se lucha contra grandes poderes, sobre todo económicos y es absurdo tener que volver a empezar casi desde cero.
Terminado el período de cada caudillo surge el gran problema de la falta de sucesor, pero más aún de la ausencia de una estructura de partido que pudiera funcionar por sí misma y lograra formar a los nuevos dirigentes.
Por lo pronto celebremos el triunfo; esperemos que nuevos dirigentes surjan en el camino, que las viejas burguesías se adapten a los nuevos tiempos y alcancen a comprender que un poco de justicia y de bienestar social podría darle tranquilidad a sus ambiciones.
Nadie les va a quitar sus privilegios,
Por ahora...
Arturo Salcido Beltrán
@AsalcidoB
* Diputado federal por el partido comunista mexicano, 1979-1982.
* Presidente del colegio nacional de economistas, 1989-1992.