Narro, el otro Porro

Uno de los actores que operan, desde las sombras por ahora, en el ámbito universitario, es José Narro Robles,

La razón de su renovado activismo es simple: vienen los tiempos de elegir a un nuevo rector. Acostumbrado a la influencia de los cargos de primer nivel, pero también a jugar con un pie en la política partidista y otro en la burocracia universitaria, conservando y acumulando influencia en ambas, el exrector que perdió su lugar en el PRI peñanietista hoy se mueve con su red de contactos para recuperar influencia en el mundo académico. Lo hace para intervenir, como factótum, en el proceso de renovación de la Rectoría de la UNAM.

Narro está ocupado en fortalecer su influencia, pero no actúa solo. Como siempre, opera en coordinación con su compañero de mil batallas y también exrector, Juan Ramón de la Fuente. En conjunto lideran el grupo de los médicos que ostenta el poder en la UNAM desde hace 24 años. Ambos, Narro y de la Fuente, están molestos con Enrique Graue porque, en su opinión, los errores del actual Rector pusieron en riesgo la continuidad del grupo médico al frente de la universidad. Por eso han decidido intervenir para manejar el proceso de renovación de la Rectoría.

Narro es quien aparece públicamente mientras De la Fuente cuida su posición e influencia en la 4T desde la ONU, pero es una historia que se escribe a dos manos totalmente coordinadas para acorralar y forzar a Graue. Uno de los frentes de operación de ambos personajes es el rescate de su amigo, compadre, cómplice y operador; el controvertido litigante, profesor caído en desgracia por sus excesos: Eduardo López Betancourt.

El más reciente de los intentos para reivindicar al abogado guerrerense fue de Narro y ocurrió en Acapulco, con motivo de una reunión de algo llamado, Grupo Aca. Se trata de un membrete de López Betancourt para darse foro a sí mismo, que ahora usa para disimular su desgracia política tras haber sido alejado de la UNAM por una orden judicial que le prohíbe apersonarse en el campus y acercarse a la alumna que lo denunció.

En semana de Pascua vale subrayar lo mismo que aplica para Anás y Caifás: Dios los hace y los intereses los juntan. Ante el agotamiento de su fallida carrera política, agravado por las recurrentes acusaciones del presidente López Obrador, José Narro necesita reciclarse en la vida universitaria para influir, junto a De la Fuente, en la elección del próximo rector.

Ambos, Narro y De la Fuente, buscan montarse en Graue a través de la resurrección de quien fue el cancerbero de los tres como rectores: el ex presidente del Tribunal Universitario que le sirvió a cada uno en su momento, unas veces para fustigar a directores de facultades y otras para presionar a los miembros de la Junta de Gobierno. A unos los acusaba de proteger maestros acosadores y a otros los descalificaba y les atribuía toda clase de corruptelas. Aunque nunca probó ninguna acusación, ninguno de los rectores médicos, Graue incluido, le pusieron freno. ¿Coincidencia o descuido? Cualquiera parece increíble.

Es claro para qué quieren Narro y De la Fuente, a alguien tan desprestigiado como López Betancourt de regreso en la UNAM. Un dinamitero loco suelto en el campus, bravucón y deslenguado, artero y también patán, lanzando acusaciones a diestra y siniestra, con recursos económicos propios para comprar espacios y pagar desplegados en paginas de periódicos nacionales, sería útil a los dos exrectores para tensar y manipular, de acuerdo a sus intereses, el proceso de elección del próximo rector.

La estrategia de debilitar a los candidatos y presionar a la Junta de Gobierno con ataques de López Betancourt fortalecería a los exrectores, quienes con López Betancourt como su francotirador, buscarían controlar a Graue y así recuperarían la fuerza que han perdido ante el hecho, al parecer inobjetable, de que esta vez no tienen un candidato propio a la Rectoría y están obligados a pactar su apoyo, probablemente al candidato, o candidata, más débil del proceso.

En este momento, con las protestas por violencia de género resurgiendo, nadie en la UNAM debería olvidar que “resucitar” a López Betancourt, como lo pretenden Narro y De la Fuente, para “ayudar” a Graue, implica promover a un personaje tan repugnante, que fue obligado a dejar el cargo de presidente del Tribunal Universitario, al convertirse en el funcionario universitario de más alto rango en la historia de la UNAM, imputado y procesado por el Ministerio Público, por acusaciones de acoso sexual, contra una estudiante.

Eduardo Ramos Fusther
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@RamosFusther
Licenciado en Derecho (TECM), Licenciado en Seguros y Fianzas y Administración de Riesgos (Universidad Marista). Maestrante en Pedagogía (Universidad YMCA). miembro del Consejo Nacional de Honor de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT). Titular de "El Punto Crítico Radio". Editor del periódico El Punto Crítico. Con 50 años ejerciendo el periodismo.