En noviembre de 1913, a víspera de que estallara la Primera Guerra Mundial, nació el ciudadano más notable que haya tenido
Dréan, Argelia; en el seno de una familia de colonos franceses dedicados al cultivo de la nuez de la India: Albert Camus, quien se distinguió por su sensibilidad estética. Más que un escritor de obras de teatro, ensayo o novela, fue un pensador que provocaba a toda la comunidad intelectual de la época. Un hombre instruido y crítico, un filósofo que con tan sólo 44 años fue merecedor del Premio Nobel de literatura, por su obra fundada en la Ética, como eje rector en cada uno de sus textos.
Camus, quien siempre reconoció su carencia económica en la niñez, que prefirió ser portero en su equipo de futbol, para no ser reprendido por su madre por gastarse los zapatos; también reconoció con gratitud, en su novela “El Primer Hombre”, que recibió una educación de calidad, cuando él como alumno contó con un profesor dedicado, que más que ensayarle de forma mecánica los contenidos escolares, se esforzó para mostrarle un mundo lleno de oportunidades, que con esfuerzo y alegría pudo ir descubriendo su vocación y hacer que la calidez de su mentor sea un elemento determinante para enfrentar su destino.
El escritor de un “Un hombre Rebelde”, desafió a la hegemonía intelectual que proliferaba en Europa a mediados del siglo XX, el llamado Sueño Revolucionario Comunista, del cual hace una severa crítica a lo largo de este ensayo, quien se muestra indignado en el contexto social que está imperando. Albert Camus propone una Rebeldía en contraste a una Revolución, el creía en valores como la libertad individual y la pluralidad ideológica; lo cual le mereció severas críticas debido a que, en el pensamiento planteado por parte de los intelectuales más influyentes de la época, no estaban de acuerdo con él, por ubicarse en contraposición de la doctrina socialista.
Los planteamientos que traza en sus obras, son atemporales, siguen vigentes, profundamente humanos, que reconoce al hombre eminentemente solo. En sus textos, se muestran los personajes como incomprendidos sociales, que prefieren callar antes de mentir, siempre muy pendiente de no traicionar valores universales. No podemos olvidar a Meursault, protagonista de “El Extranjero”, quien, a pesar de estar viviendo en un ámbito árido, desesperanzador, con sus limitaciones de carácter, no traiciona sus ideales, aceptando lo que se le presenta, conscientemente de los disfrutes sencillos de la vida.
Éste Premio Nobel, con una extensa bibliografía, indispensable en todas las librerías, multi consultado en todas las bibliotecas; quien se enfrentó con grandes intelectuales de la postguerra, siempre defendió de manera razonada y con argumentos su manera de pensar como valor supremo. La obra de Albert Camus sigue vigente dentro del concierto internacional, sin embargo, nos hace falta este pensador de lengua francesa, ya que requerimos, todos los días, más reflexiones que concilien y respeten las diferencias ideológicas y las libertades. Indignarse y manifestarse, sin violentar los derechos universales, que el mismo hombre ha creado, con el valor que da la rebeldía.