El año que dejamos de ser felices

Desde hace más de cuatro meses, nuestro país no ha tenido motivo para sonreír y no me refiero a un ente sin pies ni cabeza; me refiero al colectivo, a los ciudadanos que desde hace 120 días no tenemos certidumbre de un plan estratégico, ni la información certera emanada de la crisis en la que estamos atravesando.

 La gente ha perdido paulatinamente la esperanza, estamos dentro de una sociedad a la que no se le ha alimentado el anhelo de una vida mejor. Ya nos conformamos con sobrevivir hasta que la pandemia pase.

La gente está preocupada por mantenerse; se han ido familiares y amigos, otros más están hospitalizados o en recuperación, estamos perdiendo la cuenta de cuantos seres queridos ya no podremos abrazar y tienes el pavor de perder la oportunidad de hacerlo con otros. No hay momentos para sentirse alegre.

Los ciudadanos no nos hemos sentido acompañados. El Estado Mexicano ha sido rebasado, se ha exhibido; por sus medidas emprendidas, en el concierto mundial; la cantidad alarmante de muertes lo enfatiza. Estamos conscientes que esta situación es mundial y deseamos ser parte de una solución global. Queremos ver a los niños viviendo su niñez y a los viejos viviendo en tranquilidad, se requiere la certidumbre para producir y no ser parte de un asistencialismo improvisado.

Las empresas están cerrando, la pérdida de empleos diario es alarmante, los hospitales siguen al tope, cada vez hay menos doctores (uno de los sectores con un importante número de bajas) y la famosa curva aun no aparece en un horizonte próximo.

Se ve gente en las calles de cualquier ciudad sin mascarilla, pero lo más alarmante es que ninguno refleja en su mirada la esperanza de que sus vidas mejoren, quieren salir a buscar una subsistencia que se les ha arrancado y que no tiene la capacidad, en estos momentos, de ser parte de un país que esté empujando para ser modelo de prosperidad. Es un hecho, que cuando esto termine, se tendrá que reconstruir una nación en muchísimos sectores del cual no tenemos un diagnóstico real de cuáles será y que impacto se tendrán. México más que nunca requiere una visión estratégica

El 2019, fue un buen año, a pesar del nulo crecimiento económico, o el repunte de violencia en muchísimas zonas del país, el año pasado podíamos abrazarnos y soltar carcajadas, creíamos ser parte del mundo, teníamos metas de prosperidad, hoy ha cambiado radicalmente todo. Aquel padre de familia que feliz encontró un trabajo el año pasado, con toda la dificultas, hoy no lo tiene; la cantidad de emprendedores que han visto frustrados sus esfuerzos cada vez son más recurrentes, ver los parques sin niños, se está volviendo un escenario de la nueva normalidad; No tener una visión estratégica en la educación básica ya es alarmante.

Durante mucho tiempo nos han querido dividir y en México hoy más que nunca esta fracturado; tiene una muy honda yaga que se ha formado por el miedo colectivo, la desesperanza social; por la falta de credibilidad en las instituciones y sobre todo por la falta de liderazgo, Nuestra nación se ha convertido en un país de tristes, de malas noticias, del desánimo. La música ya no es consuelo y algarabía es memoria y nostalgia, un libro nos está acompañando en una soledad cada vez más acentuada en un año en que nos han quitado la sonrisa de nuestros rostros.