Manuel Jiménez Guzmán deja una huella profunda: Liberal  comprometido

Manuel Jiménez Guzmán, Gran Maestro Grado 33 y político destacado, falleció esta noche lamentable ha sido una víctima más de esta pandemia incontrolable que ha rebasado a las 131 mil muertes. Para entender la importancia de este es importante remontarnos a finales de la década de los sesentas, viéndose involucrado en el movimiento estudiantil del 68, el cual marcó en él la necesidad de imperar el dialogo ante cualquier conflicto.

Humanista consumado, conciliador de ideas, de un trato afable, nos deja el legado de que con un estudio constante y el estar en un interés constante de conocer lo que pasa en el entorno, hace que sea considerado una autoridad al que se tiene que respetar y escuchar.
La lucha legítima de su visión por la mejora continua social y el de contar con una juventud bien informada llevó al Dr. Manuel Jiménez a ser catedrático de la Facultad de Ciencias Políticas y de Economía en la máxima casa de estudios (UNAM); así como en la FES de Acatlán. Su pasión académica lo condujo a varios artículos de investigación y aportaciones bibliográficas, entre sus esfuerzos académicos más destacados fue la coordinación del libro: “Influencia de la Masonería en la constitución de 1917”, publicado en 2017 por el INEHRM.
Sensible a los temas urbanos y especialista de la dinámica de vida de los habitantes de una de las Ciudades más habitadas en el mundo, le conducir con liderazgo y una profunda visión histórica el destino de los trabajos del poder legislativo local, presidiendo la Comisión de Gobierno de la Asamblea de Representantes del Distrito Federal. I Legislatura (1994-1997).
Un hombre de ideas, autodenominado libre pensador, con la convicción del respeto a las diferencia. Convencido luchó por una sociedad incluyente, siendo este rasgo su característica como líder político, siempre estuvo presente en los grandes temas incluyentes de los ciudadanos.
La lealtad a sus convicciones fue su principal valor; ser progresista era su carta de presentación, siempre atento a escuchar. Sentenció en varias ocasiones: “El arte de hablar es saber escuchar”, posterior agradecía el planteamiento de las ideas sólidas y abonaba a la construcción de una visión más acabada.
Disciplinado y exigente; comprometido con las tareas que emprendía, considerando en todo momento como un honor desempeñarlas, esforzándose por elevar la calidad de las expectativas de las encomiendas.
Su ejemplo es hoy su mejor enseñanza. El respeto al dialogo, la conciliación de ideas y el tender puentes a la diferencia es el legado de este mexicano moderno que entendió la importancia de las tradiciones como una constante en el quehacer político.