Resulta irónico que quienes dedicamos una buena parte de nuestra vida a la información, no alcancemos a visualizar lo poco informado que estamos, parafraseando a Sócrates,
mientras más investigamos e indagamos sobre temas que explotan a cada momento en la vorágine de la información, nos percatamos que es muchísimo más lo que no sabemos de la vida cotidiana informativa local, nacional y mundial, que lo que a veces alcanzamos a distinguir, procesar, analizar o transformar en un producto claro y digerido para nuestros lectores o para quienes nos obsequian su tiempo en las reflexiones que alcanzamos a compartir, nuestro conocimiento es mínimo frente al universo de la información real o profunda.
Está claro que hay un universo de esferas de información, donde resulta difícil acceder para comprender los fenómenos sociales, políticos o económicos.
El flujo de la información, a veces que – alguien – nos permite ver, o que alcanzamos a develar las cortinas inaccesibles, para conocer más de muchas de las cosas que suceden día a día, uno de los retos es identificar si esa información que encontramos – o que alcanzamos a atisbar o descubrir – es lo que quieren que sepamos y difundamos, que no necesariamente nos lleva a las conclusiones verídicas o a las que nos hacen creer como verídicas, para decantar la información que llega al lector.
La información, con las redes sociales ha alcanzado un nivel de difusión, como nunca en la historia del hombre había sido compartida, en cantidad en calidad y mucho menos en velocidad.
A pesar de ello las esferas de la información son muchas y muy diversas, y la sociedad circula por las vías por las que quieren llevarnos, que no necesariamente son las más claras ni por las que quisiéramos transitar.
Una esfera de información, la última o la más elemental o pedestre es la que el común de la población conoce, es la que el ciudadano común y como otro, sabe o le permiten saber o a alguien le conviene que sepa para manipularle.
Otra esfera es lo que el ciudadano más preparado, distingue y tiene capacidad de diseccionar, de diferenciar y discernir para normarse un criterio mas depurado o claro, otra esfera es la de los comunicadores, periodistas, reporteros, esto es, la que circula en la esfera de la prensa o de la comunicación, otra más es la esfera de los políticos, en general que se nutre de especulaciones, en el ceremonial o lenguaje críptico del poder; una más es la que rodea a los empresarios o la del presidente con vasos comunicantes con el primer círculo del poder, secretarios y gobernadores que está sujeta a diversas interpretaciones pero que en las condiciones actuales, la interacción con el primer círculo del poder secretarios y gobernadores, quedó limitada a la voluntad de un solo hombre que dicta y determina que tiene sujeta a su exclusiva voluntad y no responde a ningún factor real de poder, sobre el principio de que el poder es él; pero hay un circulo superior, integrado por los jefes de Estado, presidentes de países poderosos, en el que por cierto no interactúa, ni el presidente de uno de los países más poderosos de la tierra, los Estados Unidos y menos el de México, que es comprensible que Trump, por su temperamento, no ha tenido capacidad de interactuar y ha cedido su espacio de liderazgo, a personajes como el presidente de Rusia Putin, de Alemania Ángela Merkel, de China Xi Jinping, más algunos de ese rango como Jápon, Francia o Reino Unido, hay una esfera más de los hombres más ricos y poderosos del Mundo, clasificada con los hombres más ricos del mundo por la revista Forbes entre los que se encuentra el que se nos hace más familiar por cercano Carlos Slim, pareciera que ahí termina, pero no es así aún queda una esfera superior a esos ricos, está por mucho, muy por encima de todas las demás esferas, que ni su nombre ni imagen conocemos, esa esfera para los que ni siquiera existen las otras esferas de la información, que no se mueven – ni por asomo – en las tradicionales esferas del poder, que incluso, eventualmente se confunden entre las aglomeraciones de Nueva York y pasan inadvertidos, muchos de estos personajes, a pesar de su riqueza y poder, no toman ni pueden tomar decisiones sobre el total de los complejos factores de la economía o política del mundo, algunos están más preocupados en los objetivos, cuya riqueza diversificada conforman las fuentes de sus riquezas, petróleo, oro, diamantes, empresas cibernéticas, tecnológicas, astilleros, transportes marítimos, alimenticios, constructores de maquinarias o aviones, por mencionar lo primero que puede imaginarse y que eventualmente sus decisiones impactan en actos definitorios en la vida de la humanidad, sin que necesariamente quieran o no las consecuencias resultantes, simplemente están en su negocio, algunos de ellos interactúan con personajes, no necesariamente ricos y poderosos, pues como todos en el mundo tienen que recurrir a expertos estudiosos, o genios que son temerarios, intrépidos o extraordinarios en las materias que les interesan, patrones de especialistas en Macro Economía Internacional y que saben las reglas de los mercados mundiales, un ejemplo de ello podría ser George Soros, pero como él, hay también muchos en todos los países y en todo el mundo. Esa esfera es prácticamente inaccesible, donde es difícil llegar a interactuar, porque aunque entre ellos mismos se conocen, o si no se conocen, saben identificar como trabajan y se reconocen en el trabajo que hacen, como un experto en obras de arte reconocería la pintura elaborada por algún pintor, aún sin que estuviera firmada su obra.
Platicando con mis nietos, se refirieron a alguien con sorpresa y admiración, señalándoles como muy ricos, pregunté, que tan ricos son, tienen yate, entonces si son ricos, pero aún así, inclusive los consejeros de los Bancos, cuyo nombramiento esta directamente condicionado a la cantidad de dinero que tienen depositada o los fondos que manejan, no llegan a la esfera de información superior de las que hemos mencionado, también me recuerda al comentario de alguien, refiriéndose al matrimonio de una persona con una japonesa, y recuerdo que agregó, es rica en Japón, sí, efectivamente hay ricos de pueblo, de ciudades, de países, de varios países o de regiones hasta de continentes.
También está la esfera de quienes reúnen en ellos poder y dinero, un ejemplo son los Jeques árabes, que se mueven en la esfera de información Petrolera, que eventualmente inciden en alguna otra esfera informativa.
Los comunicadores – los más avezados – alcanzan una amplia visión de la información, a la que de pronto asaltan o acceden a una parte importante de esos datos que definen o contribuyen al destino de personas, países, regiones o continentes, de ese tamaño es el reto del periodismo, pero lo mágico es que mientras los gobernantes cambian, las esferas superiores y las primeras esferas, como los periodistas, permanecen.
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@Eduardo Sadot