Carlos Márquez Padilla quien fuera esposo de la periodista María Amparo Casar, casi, han pretendido inhumarlo y
juzgarlo como hace 1200 años, a un Papa. En los albores del año 902 d. de C. el Papa Juan IX celebró dos concilios uno en Ravena y otro en Roma donde se prohibió que toda acusación en contra de una persona muerta está prohibida, suena ilógico, pero ello se debió a que en el año 897 d. de C, imagínese usted hace más de mil años en Italia, se llevó a cabo el sínodo del terror (Synodus horrenda) un juicio en contra del Papa Formoso cuyo cadáver fue exhumado después de nueve meses de haber sido sepultado, vestirlo con los símbolos papales para ser juzgado, un juicio con la fetidez del cadáver, en la Basílica de San Juan de Letrán de Roma, con los gusanos caminándole por el rostro y saliendo de los ojos, sí, ya sabemos que en pleno siglo XXI hay a quienes les encantaría hacer lo mismo, repetir una práctica desterrada de la humanidad desde hace más de mil años, hoy hay una proclividad a condenar y escandalizar a los muertos.
En Palacio Nacional se hace algo similar, cuando el responsable en el cargo más importante de la paraestatal, PEMEX, descuida o se distrae de su responsabilidad, para revisar un expediente de hace veinte años, ya con diez de prescrita cualquier acción – si hubiera alguien que después de tantos años tuviese algo que reclamar o señalar prescribió, más allá de saciar una sed de venganza, en contra de una mujer que ha sido crítica de los gobiernos, la acción en contra de María Amparo Casar, es tan deplorable, como el “Synodus horrenda” que promovió el Papa Esteban VI en el año 897 d. de C.
Desempolvar un expediente de hace veinte años, remover las heridas de los familiares de una persona fallecida entonces, para violar su derecho solo para atacar a una mujer, periodista y opositora y darle un “escarmiento” a María Amparo Casar y familia, a sus hijos de algo de lo que son víctimas, por lo que pasó a su esposo, padre de sus hijos, hace veinte años – injustificable ética, moral y jurídicamente – María Amparo Casar, pasó el trago amargo de la pérdida de un ser querido, el padre de sus hijos, no es posible comprender que desde el poder no visualizaran la trascendencia de sus impulsos, odios, rencores y venganzas que no controla ya, el daño que provoca en una familia al exhibir en las mañaneras un tema de hace veinte años, fuera de tiempo, una locura, para qué lo hizo.
Para sumar más ataques a periodistas, ya es un caso para siquiatra.
Eduardo Sadot
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