Miserias humanas contra la ministra Norma Piña

Buscando en los recuerdos de la historia de México, no encuentro parangón con la persecución de un presidente – sí así
presidente, no presidenta – de la Suprema Corte por ningún presidente mexicano, también hay que admitir que hace mucho en la historia patria reciente, que no se había dado el caso de que una ministra presidente fuera insultada y vituperada por el jefe del ejecutivo, más tratándose de una dama, parece que aquí no operan las reglas de respeto a la equidad de género. El motivo, muy simple no era el presidente de la corte que el jefe del ejecutivo quería, como sabemos él propuso a una ministra que resultó vergonzosamente plagiar de su tesis, aquí sí hay que aclarar que independientemente de ser cierto o no, el solo hecho de estar cuestionada tan severamente, sería razón “ética suficiente” para que el propio presidente asumiera que no podría insistir en su nombramiento y mucho menos aceptar que continuara en el cargo, precisamente por una cuestión de ética –esto es de– “valores y principios éticos” que pudieran aportar una sombra de duda sobre su autoridad y calidad ética y moral, por ser un valor esencial en el cumplimiento de tan noble y alta responsabilidad en el máximo tribunal de justicia, tanto de la ministra cuestionada como del presidente, que es quien la propuso. Pero evidentemente hemos llegado al punto en que, son tantas las cosas cargadas de contradicciones con respecto a la honestidad, impunidad, mentiras y calumnias que se expelen a diario que como dijo otro “López”, López Portillo, “lo peor que nos puede pasar a los mexicanos es que nos volvemos un país de cínicos”, sí, un país de cínicos donde la alabanza es vituperio, donde un individuo utilizando la fuerza del Estado y con todos los medios de difusión a su alcance, cínicamente se dice “honesto” y el único que lo dice es él mismo, y que las aportaciones de señalamientos y pruebas ni siquiera son tomadas en cuenta, bueno, llegamos al cinismo de afirmar que la “autoridad moral del presidente” es incuestionable y que además está por encima de la ley, a ese grado de estulticia que provoca risa loca, hemos llegado, pero lo peor, lo patéticamente peor – y lo escribimos – para la historia, para que en varios años después, quede constancia, igual que en Su momento hay constancia en las crónicas de la época, las locuras de la 1T de Antonio López de Santa Ana o las de la 2T con Porfirio Díaz o las de la 3T con Victoriano Huerta, hoy también de la 4T de López Obrador.
 
Atropellos a la Constitución y al respeto que se deben – por el bien de la Nación y el principio de división de poderes y el respeto y convivencia que entre ellos se deben, hemos visto como la furia de la muchedumbre, esa que Plinio catalogó como la Oclocracia, el gobierno de las muchedumbres ha sido azuzada desde Palacio Nacional impunemente.
 
Evidentemente el odio, el resentimiento, la arrogancia, el abuso del poder impunemente, la manipulación de verdades a medias en el mejor de los casos y en el peor de los casos completas mentiras y perversas calumnias, son miserias humanas nauseabundas desde palacio contra instituciones y personas impunemente. No obstante, quizá por el momento no se pudiera hacer nada, pero estamos ciertos que el juicio de la historia, esa que tanto cuidó de no manchar, inclusive sin ejercer la fuerza del estado en beneficio de sus gobernados y contra la delincuencia organizada, para no pasar por “gobierno represor” ese cuidado escrupuloso de su imagen y del “qué dirán” tarde o temprano se ha de volcar en su contra, en el juicio de la historia.
 
Eduardo Sadot
Twitter: @eduardosadot