Reelección, pretexto de lucha en el PRI

La reelección en el PRI, foco de tensión y discusión, claro que no es un tema menor, pero aún de ese tamaño, palidece,
frente a la verdadera causa, la reelección resulta banal, es lo superfluo lo que se ve, lo superficial, el fondo es otro. Es la lucha generacional por el PRI, comparemos las edades de cualquier aspirante a dirigir, que no tengan el peso del apellido o estigma de influyentismo, cuántos hay. Contrariamente, son pocos los políticos surgidos de la cultura del esfuerzo, eso es precisamente lo que le ganó enemigos a Alito.
 
El PRI dejo de vincularse al pueblo, abandonó los programas y apoyos a los más necesitados, a partir de la llegada de los tecnócratas que impusieron al frente del Partido a sus cuates, hijos, nietos, parientes, amantes, queridas, subestimaron la ancestral estrategia del PRI de atender al pueblo que recurría al Partido a resolver sus necesidades, desde atención médica, hasta el pago de los quince años de la niña, o el funeral de la abuelita o la asesoría legal del hijo descarriado, el dinero para la fiesta del pueblo o cualquier clase de necesidades de personas y grupos, hasta los trámites de sindicatos, dependiendo su rama, gestiones de licencias, facilidades laborales, todo lo que hoy hace MORENA y que dejó de hacer el PRI. Pero hoy surge y hace crisis algo aún más delicado, la ausencia de formación de cuadros nuevos, las viejas generaciones porque muchas de las vacas sagradas creyeron que la transmisión del poder a las nuevas generaciones era a sus hijos y después a sus nietos, exactamente igual que en las monarquías, difícil encontrar a políticos que no lo hayan hecho – y no solo es privativo del PRI – es un fenómeno del sistema de partidos, esa costumbre – justificadamente natural, desde luego no es el tema que hoy nos ocupe –, de entronizar a los hijos y heredarles sus logros políticos, para influir en su nombramiento a cargos de elección popular, sí, es cierto que quienes han convivido con la labor de sus padres son quienes más conocen de primera mano los rincones de la política y obviamente entre más elevado es el cargo, más familiaridad, habilidad y destreza aprenden de la política hay casos muy dignos y en todos los partidos, dicho sea de paso. Porque la transmisión de un oficio o profesión como quiera verse, también es parte de la naturaleza humana en todas las actividades, igualmente entre los médicos, abogados igual, entre los mecánicos, hasta entre pepenadores y recogedores de basura, son los hijos de quienes han realizado esa tarea.       
Alejandro Moreno en la dirigencia del PRI, hizo lo que le dicta su experiencia, un hombre producto de la cultura del esfuerzo, que buscó, conquistó y aprovechó oportunidades para brindarles lo mismo a los jóvenes de la cultura del esfuerzo. 
 
Al presidente del PRI, le han acusan de encumbrar a sus cuates, pero a qué cuates, a las chavas y chavos líderes que conoció desde joven, como líder de la juventud, sí en su momento les cumplió compromisos a las vacas sagradas priístas, incluso encumbrando a hijos de esos grandes líderes, pero apoyó más, a los jóvenes líderes que venían desde abajo, que representan una verdadera renovación de cuadros, lo que debió hacer desde hace mucho el PRI y que dejó de hacerlo. Aún hay en el partido militantes comprometidos que luego de más de cuarenta o cincuenta años de militancia, a algunos los vemos en las adherentes otros ni ahí, nunca han ocupado un cargo de elección popular ni en el CEN del PRI o en comités directivos, ni han sido delegados, pero ahí están y ahí siguen, los hay también, que alcanzaron un cargo y no conocen la gratitud, a su líder, ni a su partido.
 
Eduardo Sadot
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