En medio de una serie de especulaciones en la cúpula de poder central, sobre los cambios que habrá en el gabinete del presidente Enrique Peña Nieto, vuelve a la escena yerro tras yerro en el caso Ayotzinapa.
Fueron, efectivamente, los peritos argentinos, aquellos contratados por los padres de los 43 desaparecidos los que dieron la
noticia de que uno de los restos, encontrados en el basurero de Cocula, en el estado de Guerrero, correspondía a uno de los estudiantes normalistas, identificado con el nombre de Alexander Mora Venancio.
Y para sorpresa del mismo Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, no fueron los peritos de Austria, los que contrató el gobierno federal para la identificación de los restos que ya están en Europa y esperarán el análisis final para determinarse si corresponden o no a algunas de las 43 personas desaparecidas en Iguala.
Evidentemente, en este caso de las desapariciones forzadas de los normalistas, la política empleada vuelve a demostrar yerro tras yerro.
Primero, en los "thinks tanks" del equipo presidencial, ¿quién fue el estratega brillante que sugirió que el presidente Peña recibiera en Los Pinos a los familiares de los desaparecidos en Guerrero, cuando no se tenía una solución para su dolor?
Al darse a conocer una de las identificaciones, ¿cuál es la estrategia? ¿Se va a dar a conocer, uno por uno, para esperar las fiestas navideñas y fin de año para que el hallazgo de más desaparecidos ya por el cotejo del ADN de los normalistas?
No hay que olvidar que el movimiento surgió con una frase: "Se los llevaron vivos, los queremos vivos".
En el slogan va implícita una máxima: no hay negociación y el movimiento va a seguir y le seguirá dando la vuelta al mundo, en virtud de que hasta el mismo jefe de la grey católica en el Vaticano, el Papa Francisco, pidió orar por los desaparecidos en Iguala.
Frente a ello, una vez que, como lo anticipara el Padre jesuíta Solalinde, que ya estaban muertos los estudiantes normalistas, ¿a quién se va a juzgar?
Como se recordará se obligó a renunciar al gobernador Ángel Aguirre y los demás encargados de la justicia a nivel estatal están ya fuera del presupuesto, pero, a ninguno de ellos se les culpa o culpará de lo que sucedió en ese recóndito lugar en Guerrero.
Se asoma, como corolario de este problema, que habrá impunidad, a pesar de que en toda las estructuras oficiales no hubo ninguna acción para intervenir, a tiempo, cuando se dio el secuestro de los jóvenes, que a escasas cinco o seis horas de suscitarse los hechos, ya estaba la denuncia en las redes sociales.
Curiosamente, se sabe, en el despacho del mismo entonces gobernador Ángel Aguirre ya se tenía el reporte del secuestro de los jóvenes normalistas y, sospechosamente, ninguna de las instituciones de seguridad nacional, militar, municipal o estatal, hicieron algo para investigar de inmediato y actuar y no llegar a donde estamos ahora.
Se tratará de culpar al ex alcalde de Iguala y a su esposa, pero, es poco creíble que no haya peces gordos para que paguen por lo que se anticipa será la identificación de los 42 estudiantes normalistas desaparecidos.
CAMBIOS EN EL PRI
Y mientras esto sucede, en la cúpula política de la federación se especula que, para enero habrá cambios en el gabinete presidencial.
La permanencia de César Camacho Quiroz al frente del CEN del PRI está ya contada, independientemente de que fue un error andar atacando a Felipe Calderón por la estrategia fallida en materia de seguridad implementada en su régimen.
Los priistas están de acuerdo en que Calderón ya no será Presidente, ni mucho candidato a algún puesto de elección popular en el 2015, entonces ¿para qué atacar a alguien que ya está en el ostracismo político?
¿Por qué no atacar al PRD por sus errores en Iguala?, entonces ¿para qué agarrar banderas que todos los mexicanos saben ya no corresponden al ex presidente de México.