México cierra 2014 inmerso en una profunda crisis por la desaparición de 43 estudiantes, un caso que echó por tierra la imagen positiva que el Presidente Enrique Peña Nieto había proyectado al mundo con la aprobación de una ola de reformas estructurales.
El optimismo sobre el futuro estaba en su punto más alto y expresiones como “México se está transformando”, “los astros se han alineado” y el país tiene una “oportunidad histórica” sustituyeron en el discurso oficial las referencias al narcotráfico y a la violencia.
Pero la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Raúl Isidro Burgos la noche del 26 de septiembre pasado cambió la narrativa y recordó a millones de mexicanos que los años duros de la violencia del mandato de Felipe Calderón (2006-2012) no habían terminado.
Alumnos de entre 18 y 21 años de Ayotzinapa fueron atacados a tiros en Iguala, Guerrero, por policías cuando se desplazaban en varios autobuses que habían tomado. Seis personas murieron, incluidos tres estudiantes, y 25 resultaron heridas. Además, 43 jóvenes fueron detenidos por los policías y entregados a miembros del cártel Guerreros Unidos.
De acuerdo con la investigación oficial, los ataques fueron ordenados por el alcalde de Iguala, José Luis Abarca, y su esposa, María de los Ángeles Pineda Villa, ambos relacionados con los Guerreros Unidos. El móvil: impedir que los jóvenes, involucrados en un ataque a la alcaldía en 2013, arruinaran un acto en el que la esposa de Abarca lanzaba su candidatura para competir por la presidencia municipal en las elecciones de 2015.
Ella se encuentra arraigada y él preso. El caso generó gran indignación dentro y fuera del país, tanto por la actuación tardía del gobierno federal, que asumió la investigación ocho días después, y la participación de funcionarios en los hechos. Los padres de familia y los compañeros de los jóvenes, tradicionalmente muy combativos, encabezaron un movimiento para exigir al gobierno la aparición con vida de los 43 estudiantes y aplicación de la justicia en un país con más de 22 mil desaparecidos.
Nuestro país atraviesa por una crisis social. Los graves eventos sucedidos en nuestro territorio en los últimos tiempos así lo demuestran. Tenemos una sociedad con miedo, secuestrada por la violencia.
Nadie con conciencia, con sentido de hacer el bien, con solidaridad fraterna, puede ser indiferente a las voces de reclamo de todos los que sufren en carne propia el dolor de la pérdida, la sensación de impotencia ante el crimen.
No podemos ser indiferentes a ese dolor, a ese reclamo y nos unimos como uno solo. Reprochamos abiertamente el delito, la violencia, la complicidad y la corrupción que sólo demeritan a nuestro querido México. Sin duda, sin justicia por los casos de Iguala, será una tristeza Navidad.
¡JUSTICIA, JUSTICIA, JUSTICIA!
PD: Qué difícil es el amor en tiempos del dólar a 15.00 pesos.