Mientras el gobierno federal ha emprendido acciones que tratan, a como dé lugar, revertir la imagen de que "el presidente Peña Nieto ha sido golpeado por las revelaciones de que su esposa y su ministro de finanzas han comprado casas de un conocido contratista del gobierno", como da cuenta el influyente "The New York Times", la soberbia de la clase política en
el gabinete del nacido en Atlacomulco se manifiesta con las declaraciones de que para el inquilino en Los Pinos "no es sostenible gobernar un país que prácticamente es dos países en uno".
Efectivamente, la declaración provino de Ildefonso Guajardo, secretario de Economía (SE), quien trató de explicar que "el garantizar las condiciones de justicia, seguridad y oportunidades para todos los mexicanos es un compromiso que debemos tener permanente porque no es posible y no es sostenible seguir teniendo esas disparidades en un mismo territorio".
En la crónica que hace el periódico Reforma, sobre la participación que tuvo el titular de la SE, se señala que el funcionario comentó en un foro organizado por el ITAM, que los acontecimientos de septiembre pasado -no mencionó por su nombre a la desaparición de los normalistas en Ayotzinapa- fue "un recordatorio del crecimiento desigual que ha tenido nuestro país".
Guajardo señaló: "Íbamos muy bien y en septiembre nos despertaron con un elemento que en el sistema de planeación no estaba al 100% conceptualizado".
Estas aseveraciones demuestran, a querer o no, que los funcionarios tienen una idea muy diferente de lo que los más de 120 millones de mexicanos sufren día con día para llevar el sustento a sus hogares.
Desde luego que los integrantes del primer círculo del presidente Peña, quienes tienen un séquito de guaruras, sirvientes, amanuences, etc., que naturalmente no son pagados de sus bolsillos, sino son incorporados en las nóminas oficiales de las dependencias en que cobran sueldazos, comisiones, bonos (sin desquitarlos, of course), que gozan de pagos de celulares, uso de autos oficiales, vales de gasolina para ellos y sus familiares, etc., no conciben que en el país hay dos países en uno.
Ellos, los de la cúpula del poder, ¿cómo se van a imaginar que hay dos Méxicos y dos tipos de mexicanos que, como ellos, no pueden gozar de los privilegios de estar dentro de los presupuestos oficiales? ¿Qué Guajardo, quien supuestamente maneja los datos económicos, no sabe la realidad de quienes tienen que pagar el huevo a 34 pesos el kilo, y que nunca llegó a los niveles en que estaba de 14, 15 ó 17 pesos, como estaba al inicio del régimen de Enrique Peña Nieto, tan sólo por citar el precio de un producto de primera necesidad y que es inalcanzable para los estratos populares?
¿Qué a poco Guajardo no se da cuenta que en la industria se etiquetan productos con menos gramaje para supuestamente ponerlos más baratos? Las ofertas ahora hablan de bolsas de 900, 850, 450 ó menos gramos para supuestamente hacerlo atractivo para los consumidores?
¿Qué acaso Guajardo se traga el garlito de que una cadena de supermercados, muy famosa en los EUA y aquí, por cierto, tiene más de 10 mil productos en rebaja? Ja, ja, ja, se escuchan las carcajadas de los estrategas de esta cadena comercial que, desde luego, se burlan de las supuestas acciones de la Procuraduría Federal del Consumidor en defensa de la economía popular.
Si se recuerda, cuando fue candidato a la Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto confesó, molesto, que no era el ama de casa para saber cuánto costaba un kilo de tortillas, cuando un corresponsal extranjero lo sorprendió con una pregunta así, para ubicar el contexto de un gobernante supuestamente apegado a las necesidades y sufrimiento por salir adelante ante la crisis económica de su pueblo.
Con esas ayudas, Peña Nieto seguramente ya le dijo a Guajardo, "mejor no me ayudes compadre", como reza el dicho popular.
Se antoja harto difícil para la Federación resarcir la imagen del presidente de la República.
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