En la actividad de gobernar para nadie resulta de agrado cuando el tema a discutir en el entorno nacional es el presupuesto público, más en tiempos donde las circunstancias económicas no son las mejores. El entorno macroeconómico nacional se está presentando bajo esta lógica.
Muchos especialistas reconocen que no es muy popular para gobernante alguno hablar de ajustes presupuestarios, pero un gobierno que se precie de hacer política diferente debe comenzar por llamar a las cosas por su nombre, reconocer los retos y trabajar para superarlos. El año 2016 se enfrentará con ajustes presupuestales y se está actuando en consecuencia a fin de que no sea con cargo a la ciudadanía a través de más impuestos o deuda pública para atender las necesarias adecuaciones, fórmula que se aplicaba en los tiempos anteriores y que resultaba un camino fácil y cómodo.
Por ello la propuesta de ajustes anunciada en el presupuesto venidero no sólo es necesaria para los tiempos que vivimos; si hacemos una revisión rápida sobre la actuación de los dos últimos gobiernos federales se concluye que no existía en su discurso la capacidad de aceptar la realidad –por el contrario- se omitía de la agenda pública.
Un rubro al que pocas administraciones se han atrevido a analizar es la calidad de su gasto público, de sus diferentes programas y la eficiencia con la que funcionan o de aquellas actividades duplicadas dentro de muchas dependencias con cargo al erario público.
Es decir, lo anunciado por el gobierno federal es sencillamente sinónimo de responsabilidad presupuestaria para hacer un paquete económico a la altura de las circunstancias.
El presupuesto federal está compuesto de los ingresos petroleros, la recaudación de impuestos y de deuda pública. Se ha sostenido como un compromiso irrenunciable de la actual administración federal no aumentar los impuestos, ni recurrir a deuda pública, por lo tanto debemos mejorar en la calidad de nuestro gasto público, de mejorar la disciplina.
Gastar menos y gastar mejor será la prioridad para el siguiente año debido a que aunque no se sabe con precisión en qué medida, estaremos ante un escenario de mayor volatilidad económica internacional, sumando a la caída de los precios del petróleo. Si bien no son las mejores noticias económicas, nos debe significar la capacidad de respuesta para enfrentar estos escenarios adversos. Cierto que a muchos no les gusta que las cosas se digan como son, pero actuar así es signo de responsabilidad presupuestaria que incluye revisar nuestras políticas públicas para verificar cuáles responden a la realidad social.
*Economista y Doctor en Finanzas
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