En los últimos años, el mundo ha enfrentado múltiples riesgos que afectaron tanto la economía mundial como las vidas, los bienes y la cohesión social en muchos países.
El último Informe sobre el desarrollo mundial (IDM), titulado Riesgo y oportunidad: La administración del riesgo como instrumento de desarrollo analiza el riesgo en muchos niveles y formas, y ofrece múltiples ejemplos, que van desde la pérdida de empleos y las enfermedades hasta las crisis financieras y los desastres naturales, destacando a menudo las costosas consecuencias de la mala administración del riesgo. Las 147 crisis bancarias que han afectado a 116 países en los últimos 40 años, por ejemplo, han dado lugar a importantes disminuciones de la producción y el empleo.
Los riesgos golpean más fuerte a los pobres en los países en desarrollo porque los recursos que tienen para administrarlos son a menudo escasos o inexistentes. Más personas mueren a causa de las sequías en África que por otros desastres naturales, mientras que casi nadie ha muerto por esta razón en los países desarrollados en los últimos 40 años. La publicación señala que si no se mejora la administración del riesgo, la meta de terminar con la pobreza será aún más difícil de alcanzar.
Un mensaje clave del IDM 2014 es que la administración del riesgo puede ser un poderoso instrumento de desarrollo pues brinda a los habitantes de los países en desarrollo y de otras naciones la seguridad y los medios para progresar. Los enfoques eficaces de la administración del riesgo no solo pueden proteger a los pobres, también pueden abrir nuevas oportunidades para mejorar los resultados del desarrollo. Por ejemplo, los granjeros de India y Ghana (entre otros países) que tienen seguros de lluvia han aumentado sus inversiones en fertilizantes, semillas y otros insumos.
Haciendo hincapié en la necesidad de adoptar una administración proactiva, sistemática e integrada del riesgo en vez de responder en forma no planificada e improvisada cuando se produce una crisis, el informe afirma con fuerza la verdad del viejo adagio, que dice “más vale prevenir que curar”. Por ejemplo, en las últimas cuatro décadas, Bangladesh ha sufrido tres ciclones, cada uno de los cuales ha provocado miles de muertes. Sin embargo, con el tiempo, el número de víctimas fatales se ha reducido considerablemente, de 300.000 personas en 1970 a 4.000 en 2007, gracias a un programa nacional de construcción de refugios, a la mejora de la capacidad de pronosticación y a un sistema relativamente simple pero eficaz para alertar a la población.
Si bien la administración del riesgo puede salvar vidas y es una medida eficaz en función de los costos, los individuos y las sociedades enfrentan obstáculos y limitaciones como la falta de información y recursos, fallas en los conocimientos y en la conducta, ausencia de mercados y bienes públicos, y externalidades sociales y económicas. Por ejemplo, medidas tan sencillas para prevenir la propagación de enfermedades -como el lavado de manos y el uso de máscaras faciales-, son eficaces, pero a menudo no se implementan. Por lo tanto, no basta con descubrir los riesgos: los obstáculos para la administración del riesgo también se deben detectar, priorizar y abordar mediante acciones públicas y privadas.
“El Informe sobre el desarrollo mundial muestra que el proceso de toma de decisiones de las personas falla más cuando hay riesgos involucrados; por este motivo, el riesgo genera desafíos particulares para las políticas de desarrollo. Cuando las naciones globalizadas lidian con fluctuaciones entre resultados positivos y negativos, surge en ocasiones la propensión a apartarse del desarrollo y la globalización, pero esto de hecho equivale a optar por el resultado negativo a perpetuidad”, afirma Kaushik Basu, primer vicepresidente y primer economista del Banco Mundial.
Si bien los esfuerzos, las iniciativas y la responsabilidad de los propios individuos son esenciales para la administración de muchos riesgos, a menudo no son suficientes cuando se enfrentan a grandes crisis. Para Aleksandar, de Serbia, cada día es una lucha por encontrar un trabajo. “Hace cuatro años que estoy desempleado. No puedo conseguir trabajo porque solamente terminé la escuela secundaria. Las empresas no quieren capacitar a personas como yo”. En tal situación, ¿pueden los individuos por sí solos superar los obstáculos que les impiden manejar sus riesgos?
Al describir un enfoque holístico, el IDM 2014 concluye que la administración del riesgo exige la acción y la responsabilidad compartida entre distintos niveles de la sociedad, desde los hogares hasta la comunidad internacional. Aunque el hogar es la primera instancia de apoyo, las comunidades ofrecen redes informales de aseguramiento y las empresas pueden contribuir a absorber las perturbaciones. De manera similar, el sistema financiero puede proporcionar herramientas útiles de administración del riesgo, los Estados pueden elaborar normas sólidas y brindar apoyo directo, y la comunidad internacional puede aportar conocimientos técnicos y aunar los recursos mundiales.
Como señala Norman Loayza, director del equipo a cargo de la redacción del informe, “si bien los esfuerzos, la iniciativa y la responsabilidad de los propios individuos son esenciales para administrar el riesgo, si estos no cuentan con un entorno que los respalde, su éxito en términos de capacidad de recuperación y de prosperidad será limitado”.
Para garantizar que la administración del riesgo esté en el centro de la planificación del desarrollo, el informe recomienda que los países creen consejos nacionales de administración de riesgos para manejar sistemáticamente los riesgos y coordinar las acciones públicas y privadas para abordarlos.
El IDM 2014 también establece una serie de principios de acción pública, entre ellos crear mecanismos institucionales que transciendan los ciclos políticos a fin de mantener una perspectiva de largo plazo para administrar los riesgos, promover la flexibilidad dentro de un marco institucional claro y previsible, y ayudar a los grupos vulnerables a través de programas de protección social que alienten la autosuficiencia y preserven la sostenibilidad fiscal.
Aunque el Estado debería empeñarse en reducir los riesgos y atenuar las incertidumbres, el documento sostiene que es particularmente importante proporcionar los incentivos adecuados para que las personas y las instituciones realicen su propia planificación y preparación. Según el director del IDM, Norman Loayza, “para administrar los riesgos con eficiencia, es fundamental que las personas modifiquen su actitud frente a la responsabilidad individual y social, para pasar de la dependencia a la autosuficiencia y del aislamiento a la cooperación. Cuando se proporcionan los incentivos adecuados se contribuye a ambos fines”.
Fuente : Banco Mundial