Los cambios en el gabinete anunciados la víspera por el presidente Enrique Peña Nieto encuadran de mejor manera los perfiles de los hombres en el poder que casi seguramente veremos en la competencia por la sucesión
presidencial en 2018, anticipada por “las nuevas circunstancias y desafíos” del país, según dijo el propio mandatario mexicano.
Además de los titulares de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong y de Hacienda, Luis Videgaray, dos cartas fijas, se incorporan al cardenalato el titular de Desarrollo Social, José Antonio Meade, y Aurelio Nuño, una figura ésta última anunciada varias veces para distintos cargos relevantes –incluso al frente del Partido en el Revolucionario Institucional (PRI)- y esta vez confirmado al frente de la Educación Pública.
Entre los funcionarios que asumen nuevos cargos en el gobierno de Peña Nieto, destaca sin duda el ex titular de la Oficina de la Presidencia, quien se encargará de instrumentar la reforma educativa, considerada por el propio presidente Peña Nieto como la número uno de las 12 impulsadas por su gobierno.
En consecuencia, Nuño emerge como un adversario a considerar en la carrera por la sucesión presidencial del 2018. Señalado más como un funcionario que un político, Nuño tendrá que medirse a políticos de mayor trayectoria y tablas como el propio Osorio Chong –ex diputado federal y ex gobernador del central estado de Hidalgo, entre otros cargos y responsabilidades, incluso partidistas y de gobierno . Osorio Chong es un firme aspirante presidencial.
Nuño también deberá confrontar sus habilidades, capacidades y méritos ante Videgaray, otro eventual contendiente por la presidencia del país. Hombre de los afectos de Peña Nieto, Videgaray es considerado sin embargo más un tecnócrata, aún brillante si se quiere, pero con poco carisma y sacudido en la imagen de la opinión pública por las dificultades económicas que han caracterizado al menos la primera etapa del gobierno peñista.
Esta cuestionada imagen pública de Videgaray, justificada o no, podría sin embargo dañar las eventuales aspiraciones del titular de las finanzas públicas del país. A esto se agrega el escándalo por la famosa finca de Malinalco.
Aunque Videgaray se ha declarado “absolutamente tranquilo” por la operación inmobiliaria con una filial del grupo Higa, quedó claro que esa transacción significó beneficios impositivos para el titular de Hacienda, quien cubrió los pagos bajo el amparo de una tasa preferencial que eliminó incluso las ganancias de la filial del grupo de Juan Armando Hinojosa. El caso podría ser un lastre en las aspiraciones de Videgaray y como se sabe con base en evidencias palmarias, el presidente Peña Nieto suele comportarse como un político pragmático en momentos delicados o de decisiones clave.
La designación de Meade al frente de Desarrollo Social también apunta a la baraja presidenciable y deja ver claramente y de nueva cuenta el carácter pragmático del presidente, quien recurre a un activo importante en su gabinete para una posición clave y al mismo tiempo elimina un foco de tensión al desplazar a Rosario Robles a un puesto de menor figuración pública al frente de la Sedatu, lo que podría significar el ocaso de la experredista al menos en este gobierno.
Claudia Ruiz Massieu, una figura cercana a los afectos y alianzas políticas de Peña Nieto, dejó la titularidad de Turismo, una cartera bien posicionada en el imaginario colectivo, para asumir la jefatura de la diplomacia, donde quizá enfrente algunos recelos de los diplomáticos de carrera.
Al relevo de Ruiz Massieu aparece el hijo del finado ex presidente, Miguel de la Madrid. Con cartas credenciales sólidas, Enrique de la Madrid seguramente hará un buen papel al frente de la llamada industria sin chimeneas, hoy con el aliciente de un peso barato.
Peña Nieto ratificó su alianza con el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), que se encarga de hacer el trabajo sucio para beneficio del PRI, con la designación de Rafael Pacchiano al frente de la secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Veamos pues si con estos cambios y relevos en el tren ejecutivo del país, el gobierno de Peña Nieto responde de manera eficaz a las “nuevas circunstancias y desafíos” nacionales. Fin
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