De nueva cuenta reacciona en forma equivocada el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, recién vapuleado en las urnas por una decisión mayoritaria del pueblo que decidió poner un alto al discípulo del fenecido comandante Hugo Chávez y dar una mayoría calificada a la oposición en la Asamblea Nacional.
Sólo unos días después del apabullante triunfo electoral de la oposición, Maduro convocó a una “rebelión” popular para –según él- impedir que “la derecha envalentonada” de al traste con las “conquistas sociales” del chavismo y el madurismo.
De entrada, Maduro y sus adláteres en el Congreso decidieron convocar a nuevas sesiones maratónicas del poder legislativo, aún de mayoría chavista, antes de ceder el control el cinco de enero próximo a quienes resultaron ganadores
"Rebelión frente a la amenaza del desmantelamiento de la patria", dijo Maduro, al acusar a la oposición de pretender "privatizar al país" apenas asuma el Parlamento. Esto, pese al voto popular.
La coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD, centroderecha) asumirá el control de la Asamblea Nacional de 167 escaños, con mayoría calificada de dos tercios (112 diputados), con lo que pondrá fin a 16 años de hegemonía chavista.
Pero Maduro insistió en que “no le vamos a permitir a la derecha que consolide su golpe electoral". Necedad simple y virtual desconocimiento de facto de la voluntad popular.
La maniobra de Maduro consistiría en echar a andar un Parlamento Comunal con el propósito de neutralizar o incluso desconocer la aplastante mayoría de la oposición lograda en los comicios del seis de diciembre último.
Esto con el propósito de impedir que, con la mayoría calificada obtenida en las elecciones, la oposición legisle en dirección opuesta al modelo chavista instituido en el país hace 16 años y que incluye controles de precios y la asfixia del sector privado.
El llamado de Maduro siguió a la negativa de los militares venezolanos a respaldar un plan del gobierno para desconocer los resultados de las elecciones del primer domingo de diciembre.
La versión fue difundida por el Nuevo Herald y hasta ahora no ha sido rechazada por el Palacio de Miraflores, la residencia presidencial de Maduro.
El presunto plan para desconocer la elección y el llamado a la rebelión son, ambos, recursos errados de Maduro, que además revelan el verdadero cariz contrario a la decisión popular de su gestión, fallida.
Ante el saldo electoral Maduro reacciona como un político acorralado que recurre a un discurso insensato, por decir lo menos.
La lectura electoral de Maduro es peligrosa y supone riesgos graves para el país, que ha bregado por una salida democrática –electoral- a la crisis nacional.
Si Maduro insiste en esta ruta equivocada, no es difícil suponer que precipitará una crisis hasta ahora contenida de alguna manera, que lo podría llevar incluso al tiradero de la historia. ¡Cuidado! (fin)
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