En medio de una expectativa social creciente por los dizque candidatos independientes a cargos de elección popular, tipo “El Bronco” y/o “El Cuau”, quizá los públicamente más notorios aunque no los únicos, resulta útil reflexionar aun así sea
de paso sobre estas nuevas “figuras” de la política mexicana, que podrían derivar en un nuevo chasco para el país.
Esto es así como fue durante décadas y especialmente en las últimas que gobernó el PRI antes de que tomara el poder por la vía electoral claro, el panismo. Una inmensa mayoría de mexicanos pensamos que México mejoraría en forma importante apenas nos deshiciéramos del PRI, considerado por muchos el verdadero problema político nacional.
De esa apreciación ciudadana sobrevino el llamado “voto útil”, que efectivamente sirvió para sacar al tricolor de Los Pinos y en su lugar poner al panismo. Aún resuenan en mis oídos los esperanzados gritos de muchos mexicanos que entusiasmados por el triunfo de Vicente Fox lo arengaban en torno a El Angel para pedirle “no nos falles”. Y nos falló como sabemos.
Antes de Fox muchos pensamos que sería útil al país sacar al PRI del poder. Había qué hacerlo como requisito indispensable primero para que los mexicanos conociéramos la alternancia en el poder, una condición sine qua non de toda democracia, pero también como una alternativa del país para acceder a un nuevo acuerdo o pacto político que pusiera fin a las trapacerías que especialmente en los últimos años del priismo fueron asunto de cada sexenio.
E insisto. Fue un espejismo. El panismo y Fox derivaron en un fiasco. Pocas cosas mejoraron y muchas empeoraron como consecuencia de la visión foxista que se redujo en el mejor de los casos a “administrar” la herencia priista. Fox asumió su triunfo electoral como su obra sexenal. Hasta allí llegó y junto con su esposa se dedicó a fanfarronear. Su sexenio fue uno de ocurrencias, estridencias y escandalitos, dijo así para ahorrar espacio. En fin.
Ahora que el país se perfila a una nueva consulta electoral éste y el año próximo ante la contienda presidencial se especula mucho en torno a los famosos candidatos independientes, que han encendido la esperanza y/o la ingenuidad de muchos. Cuidado.
Más aún porque los tan populares “independientes” pueden adolecer al menos de dos defectos graves y ya visibles.
El primero de éstos “defectos” de origen es claro en el caso de Jaime Rodríguez “El Bronco”. No es independiente y tampoco puede serlo al momento de gobernar. Eche un vistazo a la conformación de su gabinete y si aún duda, vea los antecedentes de su desempeño político. Luego saque sus conclusiones.
El caso del “Cuau” es peor. No sólo ignoraba el partido que lo postuló a la alicaída alcaldía de la capital morelense, sino también el trabajo de un alcalde, lo que lo lleva de pifia en pifia.
Así que conviene al menos tener una razonable cuota de “sospechosismo” sobre estos nuevos “iluminados” de la política nacional. No vaya a repetirse el chasco. (fin)
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