Festival Marvin

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Para que una escena musical encuentre posibilidades de desarrollo es necesario que los protagonistas que intervienen en ésta asuman su papel y lo representen efectivamente. Abordando los terrenos que algunos se empeñan en seguir cobijando bajo el nombre de rock, en México hace tiempo que se procura mantener vivo un espacio donde músicos provenientes de toda clase de corrientes sonoras ansían ser escuchados sin que esto signifique desfigurar su perfil artístico.

La escena actual de la denominada música independiente (una etiqueta a todas luces cuestionable pero que, vaya, ayuda a definir cierto modo de operación – e, incluso, algunos planteamientos éticos- para muchos creadores jóvenes) sobrevive en un ambiente que va de lo hostil a lo artificial, donde se pasa de la ovación virtual (en blogs y estaciones radiales en internet, por ejemplo) al mutis desgraciado que significa presentarse en un foro ante menos de una docena de asistentes. Porque no es lo mismo contar con 2 000 likes en Facebook que hacerse de cien personas listas para pagar la entrada a un concierto. Para que un grupo consiga una cita exitosa en cierto escenario, un engranaje de proporciones respetables debe echarse andar, y esto no sucede siempre. De hecho, ocurre pocas veces; aunque parezca que los casos de éxito –según las versiones de los medios antes escritos- sobren.

En medio de esta marea de dificultades, el Festival Marvin se mantiene a flote desde hace seis años y hace su parte con tal de que la mencionada escena no se hunda. En su más reciente edición, además de contar con la presencia de exponentes del calibre de ESG o ThePolyphonicSpree, sesiones de stand up comedy y proyección de películas al aire libre, una buena cantidad de grupos mexicanos pasaron lista por los escenarios de diversos sitios ubicados en la zona más cool de la capital mexicana (disculpas por lo de cool, pero no encontré otro término mejor), el llamado circuito Roma- Condesa. Se trató de una jornada plena de música donde hubo que aplaudir el tino con el que fueron elegidos los diversos actos que tuvieron lugar en los bares, cantinas y foros de variada laya que ocupan esa parte de la CDMX.

De los muchos creadores que se dieron cita el pasado sábado 21 de mayo, quien esto escribe resaltaría a quienes pisaron la tarima del Foro Bizarro. Porque se trató de propuestas que regularmente se mantienen fuera del alcance del escucha promedio, aquél que prefiere atender a Chetes o Meme, por ejemplo. Así, un puñado de combos de pelaje ríspido, con Sex Sex Sex, Felina, El Shirota y Annapura a la cabeza de la manada, partió la tierra en dos al manifestarse con aplomo y harta electricidad como escudos. A lo largo de ese día, en ese foro en especial, una parte del engranaje parecía funcionar, y fue estimulante ser testigo de ello. Esperemos el arribo de la siguiente edición del fest, con la confianza de que las propuestas nacionales con aliento riesgoso y rasposo serán determinantes en la configuración del cartel.